El duelo

El duelo es un proceso psicológico que sobreviene tras una pérdida real o imaginaria. Tiene lugar tras cualquier clase de pérdida, aunque suele ser más intenso tras el fallecimiento de algún ser querido. No es un sentimiento único, sino más bien una completa sucesión de sentimientos que precisan de cierto tiempo para ser superados, no siendo posible acortar este periodo de tiempo. El duelo es algo personal y único, cada persona lo experimenta a su manera, sin embargo, existen reacciones humanas comunes. Es una experiencia global, que afecta a la persona en su totalidad, en sus aspectos psicológicos, emotivos, mentales, sociales, físicos y espirituales.

[Tweet “Fases comunes de todo duelo”]

  • Fase de shock o embotamiento

Consiste en el primer impacto, las personas se sienten aturdidas e incapaces de aceptar la realidad. Se produce un aplanamiento emocional, que puede alternarse con bruscos episodios de aflicción y cólera muy intensas. Puede durar horas hasta una semana. Esta situación responde a un mecanismo de protección ante la amenaza de un dolor psíquico y confusión intolerables. Es un escape natural y temporal, que amortigua el impacto inmediato y ayuda a ir asimilando la nueva realidad.

  • Rabia y culpa

Aparece el sentido de culpa, una gran angustia acompañada de un fuerte autorreproche y un juicio severo contra sí. Durante esta etapa hay una notable desorganización emocional, constante sensación de estar al borde de una crisis nerviosa y perder la cordura. La depresión conlleva un sentimiento de desolación y una disminución de la autoestima. Los síntomas más recurrentes: alteraciones del apetito, insomnio, aislamiento social, etc.

  • Desorganización del mundo, desesperación y retraimiento

Puede durar hasta 2 años. El doliente se siente sin fuerzas, débil e incapaz de afrontar nuevas situaciones y decisiones. Se intensifica la pena y llanto. Busca el aislamiento (prefiere descansar y estar solo), quiere tomarse su tiempo para vivir su duelo, se resiste a darlo por acabado. El doliente debe abrirse a nuevas relaciones, pero no le apetece y le cuesta.

  • Afirmación de la realidad y recuperación

Se va abriendo paso la esperanza. Se toma conciencia de la pérdida, se acepta el vacío y se afronta la dura realidad. Se alternan temporadas buenas con los baches, que casi siempre coinciden con fechas claves, aniversarios y fiestas significativas. Se retoma el control de la propia vida, abandono de roles anteriores. Es bueno tener la calidez, la ayuda y el afecto de los que le rodean, buscar otras relaciones, trabajos o hobbies que den un sentido a la vida. Así recupera su nivel normal de autoestima.

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[Tweet “Factores que intervienen en el duelo”]

  • Factores psicológicos

La pérdida y el sentido de la pérdida es único. Una misma pérdida tiene un significado diferente para diferentes personas, porque cada uno la percibe de manera distinta.

  • Recursos personales

La respuesta a la pérdida y la manera de afrontar el duelo es análoga a otras respuestas vitales de la persona.

Dependen de:

  • Sus comportamientos adaptativos, personalidad, carácter y salud mental.
  • El grado de confianza en sí mismo.
  • El nivel de madurez e inteligencia, relacionados de manera positiva con una buena resolución del duelo.
  • El haber o no sufrido otros duelos, que pueden afectarle de manera positiva – sabe que «sobrevive» a la pérdida – o negativa.
  • La posibilidad de expresar el duelo.
  • La concurrencia de otras crisis personales, que complican el duelo. Cada una de ellas demanda energía y atención, en momentos en que se está «vacío».
  • Apoyos externos

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Los dolientes viven su duelo en una determinada realidad social que influye en el proceso de recuperación. La familia es el contexto fundamental y puede ayudar o entorpecer la elaboración de un duelo, permitiendo, por ejemplo, exteriorizar la pena o, por el contrario, premiando “la fortaleza” y “entereza” del que “se controla”. Toda cultura familiar implica comportamientos, tradiciones, valores sociales y expectativas. Los amigos, los profesionales, los grupos de pertenencia, la Iglesia, los grupos de ayuda mutua (formados por personas que han sufrido experiencias similares) pueden ser otras tantas posibilidades de apoyo y consuelo.

 

[Tweet “Las reacciones atípicas al duelo”]

La intensidad y duración de las reacciones en el tiempo es quizá lo que distingue un duelo normal de otro anormal.

En el duelo anormal el proceso queda bloqueado y el dolor no se elabora. Las actitudes de rechazo y no aceptación del hecho y los sentimientos de rabia, culpa y tristeza no resueltos, pueden originar este bloqueamiento.

Los mecanismos de defensa que permiten a las personas gestionar la angustia, afrontar situaciones difíciles o controlar reacciones emotivas, no tienen en estos casos una función saludable. Bloquean, retrasan o distorsionan un proceso de crecimiento y maduración. Son mecanismos de rechazo, fijación, represión, racionalización, aislamiento, regresión, somatización o identificación.

 

[Tweet “Tipos de duelo”]

  • Normal

Transita por las distintas etapas sin quedarse bloqueado en ninguna.

  • Anticipatorio

Elaboración anticipada del dolor por una pérdida previsible. Es un proceso de desapego emotivo que puede favorecer el duelo posterior y que permite, en muchos casos, vivir las relaciones de manera más auténtica en los últimos momentos.

  • Retardado

Consiste en una prolongación de la negación que al tiempo puede responder de una manera exagerada. Son personas que «se controlan», «no tienen tiempo de ocuparse de sí mismas» o escapan al dolor. Durante meses o incluso años, cualquier recuerdo o imagen, desencadena el duelo no resuelto.

  • Crónico

Absorbido por los recuerdos, incapaz de reincorporarse a la vida normal.

  • Patológico

Caracterizado por un agotamiento nervioso, síntomas hipocondriacos, identificación con el objeto de la pérdida o dependencia de los fármacos o el alcohol. Requiere ayuda profesional.

 

[Tweet “Los objetivos del duelo”]

  • Aceptar la realidad de la pérdida, que es el paso más difícil.
  • Dar expresión a los sentimientos, identificarlos y comprenderlos, para así aceptarlos y encontrar cauces apropiados de canalización e integración.
  • Adaptarse a la nueva existencia sin el objeto de la pérdida.
  • Invertir la energía emotiva en nuevas relaciones.

 

[Tweet “La resolución del duelo”]

En general, puede decirse que el duelo ha sido resuelto cuando el doliente ha cumplido los objetivos citados anteriormente.

La duración del duelo es siempre variable y dependiente de factores particulares que influyen en la respuesta individual a la pérdida.

Los síntomas más intensos del duelo agudo pueden durar entre 6 y 12 meses, pero se conocen procesos que necesitan 3 años y más. Hay aspectos de la pérdida que se prolongan durante años y a veces hasta su muerte

El tiempo es terapéutico porque da una perspectiva, ayuda a resituar los hechos, adaptarse al cambio y procesar sentimientos. Sin embargo, que “el tiempo todo lo cura”, “sólo se necesita tiempo”, “con el tiempo el dolor es menor” sólo es cierto si se afronta la pérdida sin negarla, inhibirla o posponerla y se atraviesa el dolor sin evitarlo. Para lograr esto, el trabajo con un profesional cualificado resulta clave.

Hay dos signos concretos de recuperación:

  • Que el doliente pueda hablar y recordar al objeto perdido con naturalidad tranquilidad, sin llorar.
  • Que haya establecido nuevas relaciones significativas y aceptado los retos de la vida.

 

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