Efecto halo y efecto demonio

¿Qué son el efecto halo y el efecto demonio?

El efecto halo consiste en dejar que un juicio, creencia o evaluación sobre una persona, cosa o situación se vea influido por un rasgo en particular de ésta. Está presente en nuestro día a día y es la clave del éxito social de muchas personas, así como la razón por la cual algunos artistas consiguen prolongar el éxito en sus carreras.

El ejemplo prototípico de rasgo valorado sería la belleza. Por tanto, el efecto halo nos invita a valorar como mejores a personas que son bellas. A todos nos ha pasado que hemos observado a una persona que nos atraía físicamente por su belleza y rápidamente le hemos otorgado características que no poseía o que no hemos podido aún saber si tiene (inteligencia, simpatía, saber estar, etc.) por el mero hecho de ajustarse a nuestro prototipo de “persona ideal” (en “Errores habituales: esperar de los demás lo que tú harías” hago una aproximación desde otra perspectiva a este tema).

En cierto modo, el efecto halo es la llave que abre la puerta de todas nuestras expectativas y las deposita sobre candidatos ideales, seleccionando a esas personas candidatas en función de rasgos que son de nuestro agrado.

Otro ejemplo nos viene de la típica frase que hemos escuchado en alguna vez: “Lo peor que te puede pasar para dejar de admirar a alguien es conocerle”. Imagínate que ves a tu actor favorito por la calle, es alguien a quien admiras desde hace mucho tiempo, te acercas a saludarle esperando que él reaccione ante ti en función de toda la admiración que le profesas y, a la hora de la verdad, esta persona no cumple tu expectativa al no ser tan amable como creías que era, tan simpática, tan accesible o, simplemente, te parece la persona más desagradable sobre la faz de la tierra por tratarte de una forma que no te mereces, a ti, que eres su mayor fan.

¿A quién no le ha pasado que tras llevarse un chasco con alguien todo lo que le parecía bueno de esa persona se torna en negativo? Esa es la otra cara del efecto halo. Si en principio éste se centra en asociar cosas positivas en función de rasgos positivos, bien por cambio de parecer o porque alguien tenga rasgos que nos evocan negatividad vamos a atribuir a estas personas rasgos negativos que, al igual que antes, puede o no poseer. A esta “otra cara” del efecto halo se le llamo “efecto halo invertido” o, también de una forma más coloquial, “efecto demonio”.

La denominación de efecto demonio resulta enormemente gráfica porque la atribución en estas circunstancias se recrea en todo tipo de características negativas que pueden llegar a distanciar poco de un demonio al objeto o sujeto sobre el cual hacemos conjeturas. Ejemplos de efecto demonio encontrarás muchos. He aquí tres:

  • Llamo por teléfono a una persona que me grita sin yo esperármelo. Rápidamente me parecerá una persona mala, creida, que abusa de su poder, egocéntrica, sin recursos de diálogo.
  • Esa chica que tanto me gustaba y creía que era ideal, conforme he ido conociéndola he visto en ella conductas que no me hubiera imaginado jamás. Esa desilusión se torna en cambiar la esperanza en que sea la persona ideal, verla agradable, inteligente y madura por una imagen de inmadurez, falta de habilidades sociales, insoportable y una mala compañía en todo caso.
  • Tienes un amigo que es un clasista, alguien que antepone la situación económica de las personas para catalogarlos por debajo de él. Sabes que ese rasgo es negativo pero es tu amigo y, al tener otras características que valoras como positivas (buen conversador, gracioso, amigo fiel), antepones su parte buena a su parte mala, por lo que no tienes una mala imagen de él. No obstante, si dejáis de hablar un tiempo porque consideras que él se ha distanciado rápidamente darás más importancia a sus rasgos negativos, con el agravante de suponer que ese distanciamiento se basa en que para él tú eres económica y socialmente inferior a él.

Estos efectos influyen sobre todas las personas y, es por ello, que las empresas tienden a utilizarlos para que consumamos sus productos. ¿Cuántas veces habéis escuchado la frase al promocionar una película “Del actor nominado al Oscar…”, “De los productores de (añade un gran éxito cinematográfico)”, “Del director ganador del premio a mejor dirección en (añade un año)”? Todas estas frases no tienen otro objetivo que hacernos pensar que porque estas personas sean premiadas en su día por un buen producto, éste que nos quieren vender hoy también lo será y, por tanto, no debemos perdérnoslo.

En la línea del cine y televisión, es habitual también ver cómo muchos estudios se pelean por añadir el nombre de un productor o director famoso a sus productos, con la intención de que esto suponga una garantía de calidad para la audiencia y así tenga mayor aceptación en su lanzamiento. El ejemplo reciente más claro que se me ocurre es el de la serie “Terra Nova”, la cual se emitió en USA hace unos años y fue promocionada para su emisión en en España a través de Cuatro como “la serie de Steven Spielberg”. Recientemente el propio Spielberg ha reconocido que poco tiene que ver con la serie, tan sólo figura como productor pero sin implicación alguna en el proyecto.

Algo similar sucede cuando anuncian una película y te la venden como “De los productores de…” haciendo mención a títulos que fueron taquillazos. Es un intento de que infieras que porque esté el mismo productor la película será igual de atractiva que su predecesora.

Así es habitual también ver cómo mucha gente cada año acude al cine a ver la última película de Woody Allen, independientemente de la temática, ya que son admiradores del director, o compra los últimos álbumes de Michael Jackson o Elvis, quienes pese a llevar años muertos (más el segundo que el primero) son auténtico reclamo para fans que compran sus obras reeditadas año tras año.

¿Qué marca se resiste a que un famoso anuncie sus productos si sabe que esa persona es muy valorada? Un tipo atractivo como Beckham o Cristiano Ronaldo anuncian productos de belleza o ropa interior y sus ventas se disparan. ¿Acaso vestir sus calzoncillos nos hará ser como ellos? No. Pero en nuestra mente será el primer paso. ¿Tomar Nespresso nos hará tan interesantes como George Clooney? No, pero Nescafé nos ha hecho pensar que es el comienzo. ¿Cuántas canciones en inglés escuchas en la radio al cabo del día y te encantan sin saber ni siquiere lo que dice la letra? Tantas que ni te acuerdas pero sabes que son buenas y que te tienen que gustar porque suenan en todos lados, por tanto, malas no serán.

Por último, un área donde la manipulación brilla por su presencia constante es la política. Aquí el efecto halo se trabaja pero más aún el efecto demonio. ¿Qué partido político se resiste a asociar una mala gestión del rival con la gestión futura que hará en cualquier área? Independientemente de la ideología del partido, todos utilizan esas armas de alienación ideológica sobre la audiencia que les escucha. Eso les convierte en mejores que sus rivales y una herramienta para ocupar el poder. Cuando ocupan el poder sus rivales usan la misma estrategia y así periódicamente se van turnando en ese juego de poder que les obliga a pasar regularmente por el bando de gobernación y oposición de un país.

Tras todo esto, ¿sigues pensando que no te afectan los efectos? Si tienes dudas tan sólo piensa en todas aquellas cosas has comprado sólo porque en su momento esa marca era sinónimo de moda o calidad (Apple, es un ejemplo clarísimo) o todas las personas en las que has confiado porque te parecían mejores de lo que eran. Así no tendrás duda de que, como todas las personas, bailas al ritmo que te imponen los efectos, los cuales, puedes identificar y evitar su influencia en mayor o menor grado pero jamás escapar a todos los que se emplean sobre ti.

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6 Comentarios

  1. […] hace muchos años pero con las que he tenido un trato continuado pero breve. No se trata de un efecto halo invertido o efecto demonio porque son personas que conozco, de las que tengo información más que suficiente. Sí se trata de […]

  2. […] lenguaje no verbal en una entrevista de trabajo Me gusta:Me gustaSe el primero en decir que te gusta. […]

  3. Supongo que el efecto halo o halo demonio no es más que un hilo de pensamiento de asociación de ideas, que no podemos evitar debido al propio funcionamiento del cerebro. Tener que racionalizar los pensamientos y sentimientos para saber si ese amigo realmente es alguien especial para mí o es más malo que bueno y no quererlo más en los círculo es algo poco habitual. Sobre todo por el esfuerzo que supone traer al consciente lo subsconciente ¿no? Voy a dejar de reflexionar ya que tengo la neurona echando humo 😉 Un saludo ^_^

    1. No es algo que trabaje a niveles tan profundos como los que comentas, Alicia.
      Básicamente es: no tengo información de alguien + veo algo que me gusta = creo que todo lo de esa persona me gustará tanto como lo que he visto (generalización errónea).
      Si quieres ver el fenómenos basta con que cualquier día a un amigo tuyo le presentes a una amiga tuya que sea guapa. Al rato pregúntale a tu amigo, estando solos, qué le ha parecido tu amiga, si cree que es simpática, si cree que será graciosa… sólo cosas positivas. Si a tu amigo le ha gustado tu amiga responderá a todo que sí. Haz la prueba con otra amiga, se la presentas y que ésta sea muy borde con él. De que al rato le preguntes lo mismo te dirá que esa chica le parece antipática, fea, que seguro que le habla a todo el mundo mal, que no tiene sentido del humor… 🙂

      1. Pues sí, también como en las primeras impresiones. Aunque también hay que tener en cuenta la predisposición de cada uno, y si hay algo ambiental que te predisponga para pensar así. Al final, todo es un cúmulo de cosas. Por muy guapa que sea mi amiga, si yo hablase mal de ella, probablemente mi amigo la vería hasta fea XD ¿no crees?

        1. Dependería de lo bien que tú le cayeras a tu amigo, de lo que confiara en tu opinión, de si previamente le has presentado a personas y le han parecido agradables o no… Es un cúmulo de circunstancias como bien dices.
          Las personas podemos ser sencillas, pero nunca simples. Por eso hay veces que no nos entendemos y por eso existe mi profesión 😉
          Un abrazo!

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