La actual plantilla de LA Lakers tuvo el dudoso honor de cosechar hace unos días la derrota por mayor diferencia en toda la historia de la franquicia. Para más inri, ésta tuvo lugar a manos de los vecinos LA Clippers, actualmente el equipo fuerte de la ciudad.
Los Lakers son un equipo que desde que no es controlado por el difunto Dr. Buss, ha pasado por una travesía por el desierto en la que Kobe ha sido el comandante en jefe y el responsable de temporadas más o menos salvable. Sin embargo, la mala fortuna se ha cebado con la franquicia este año y su mejor jugador lesionado ha aportado muy poco. Esto unido a una mala gestión desde los despachos da como resultado el vergonzoso equipo de este año, que desentona dentro de la historia de la franquicia.
En el partido contra Clippers, el lenguaje no verbal de entrenador, general manager y banquillo centró gran parte de la retransmisión, haciendo bueno el dicho “Una imagen vale más que mil palabras”.
Gestos adaptadores, de búsqueda de autoconsuelo, de frustración y de necesidad de protección componen una estampa en la que vemos a los Lakers más débiles psicológicamente de toda su historia.
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