La incomprensible dieta del campeón olímpico Phelps

           

A las 10.10 tengo mi quinta comida del dia, asi que daos prisa
"A las 10.10 tengo mi quinta comida del día, así que daos prisa"

Las proezas del americano Phelps nos han dejado estupefactos. Las medallas de oro que ha ganado en la piscina de Pekín habrán requerido más de un lingote del codiciado metal para su confección. Y su capacidad para establecer nuevas marcas mundiales en cualquiera de los estilos sobrepasa la imaginable. Tal éxito nos lleva a suponer que detrás de esta figura se esconde un equipo de expertos en muy distintos campos que la ha preparado minuciosamente para desarrollar y aprovechar hasta el límite su potencial físico.

De ahí mi sorpresa al leer en un rotativo la dieta alimenticia diaria del astro olímpico. Doce mil calorías al día es una cifra apabullante. Que las muchas horas diarias en el gimnasio y en la piscina requieren una ingesta calórica muy superior a la de quienes llevan una vida más o menos sedentaria es algo sobradamente sabido. Pero es que 12.000 son entre cuatro y seis veces más de lo que puede calificarse como normal. Lo cierto, no obstante, es que Phelps, a juzgar por su silueta y por las marcas que consigue, quema las susodichas unidades para pasmo incluso de los especialistas en dietética.

Pero no es solo éste el aspecto de la dieta digno de comentario. Su composición también causa asombro. La abundancia de huevos, mantequilla, queso y sobre todo de mayonesa con la que unta los muchos sándwiches que engulle no se ve compensada con una mínima presencia de vegetales y frutas, los dos alimentos que los especialistas insisten en recomendar como más saludables. Diríamos que se trata de una dieta tan desequilibrada que llevaría a todo médico a prohibírsela a cualquiera de sus pacientes. ¿Cómo se la permiten sus asesores en esta cuestión? Eppur si muove, como diría Galileo.

Al leer la noticia los muchos desesperados que se agarran a la dieta de la alcachofa, del astronauta, disociada o similar habrán caído en una profunda depresión. Encima de pasar hambre, de no probar el pan y considerar a la mayonesa más dañina que una amanita faloides, comprueban diariamente con horror cómo la báscula se resiste. El mundo y el metabolismo son tremendamente injustos.

Entrada patrocinada por: Tienda de Psicología

  

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