El poder de nuestra mente

 

El libro y documental “El Secreto” se ha hecho de oro vendiendo las bondades de la ley de la atracción. Paradójicamente, este hecho confirma para el autor del libro que la ley se cumple. Para quien no haya visualizado el documental decirle que la ley de la atracción defiende que con nuestra energía controlamos lo que nos acontece. Más concretamente, con nuestra mente provocamos que esa energía fluya para dar lugar a acontecimientos que deseamos. No comparto hasta el 100% la filosofía del libro porque según él las grandes fortunas se han construido a través del secreto y, para mí, eso hace incomprensible que herederos biológicos hayan cogido el mando de empresas familiares y no las hayan llevado a la quiebra por su falta de dedicación, formación o deseo. No obstante, creo a pies juntillas en que cuando pensamos en algo o alguien con la suficiente intensidad lo atraemos. Acaso, ¿no te ha pasado nunca pensar en alguien sin motivo aparente y encontrártelo o tener noticias de esa persona en breve? Un ejemplo más claro. ¿No has deseado muchas veces no volver a ver a alguien y al poco tiempo esa persona ponerse en contacto contigo?

Según el libro, la ley de la atracción no comprende el “no” de nuestros pensamientos. De ese modo, si piensas “ojalá no me llame Lucía” estarás ejerciendo la misma fuerza de atracción que si pensaras “ojalá me llame Lucía”. Tengo familiares que siguen a pies juntillas estos postulados de El Secreto y son felices con lo que les acontece. Mi idea es que nuestra mente tiene un gran potencial por descubrir y que al ejercer los postulados de El Secreto amplificamos esta energía sin medida que poseemos y, además y más importante, combatimos esa sensación de incontrolabilidad que a veces podemos percibir a nuestro alrededor. Si controlamos lo que nos sucede controlaremos nuestro comportamiento para conseguir objetivos y, por tanto, seremos más responsables, constantes y estaremos más satisfechos con lo que nos rodea porque es algo que provocamos, no algo que se nos da. Así, si hay alguna queja no tenemos que lanzársela a la vida, a Dios (para quienes sean creyentes) ni a la mala fortuna sino a nosotros mismos por no haber deseado algo lo suficiente como para haber trabajado en conseguirlo, ya sea visualizándolo o poniendo medios para conseguirlo.

Confío en el poder de la mente porque muchas veces te sorprende. Sin ir más lejos, esta semana me he encontrado con una persona en un entorno en el que  nunca la había visto y, casualmente, días antes pensé en cruzármela en ese lugar, sin lógica ni motivo aparente. Así me ha sucedido muchas veces en mi vida y, de largo, la que más y mejor me ha funcionado ha sido la de imaginarme en una situación positiva. Si te visualizas satisfecho es muy probable que vivas con satisfacción esa situación imaginaria. Si, por contra, imaginas que cuando salgas a la calle pisarás un excremento ten claro que tus posibilidades de volver con la suela del zapato manchada incrementan conforme pasan los segundos. Por la misma lógica verás que hay días que decides arruinarlos y que lo consigues, tan sólo con el planteamiento inicial de “hoy voy a tener un mal día”, “hoy voy a estar de mal humor”. El poder de la mente, el poder de lo que controlamos, el poder de lo que deseamos. Los límites existen para quien cree que los tiene.

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1 Comentario

  1. […] algo lo conseguirás. Mi opinión al respecto ya la dije tiempo atrás y puedes leerla aquí. Hoy no quiero volver a exponer mis creencias sino a poner un ejemplo del poder de creer en algo […]

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