Los dos rostros de la realidad y la tentación de actuar

Una de las características que dibujan la grandeza y miseria del ser humano es la imposibilidad de demostrar lo que es real. Por el mero hecho de percibir algo ya estamos adulterándolo y, aunque lo expresemos con la máxima fidelidad según nuestra percepción, ésa sólo será una aproximación a la realidad (algo que nunca podremos conocer a ciencia cierta, en todo caso, podremos comparar percepciones de una misma realidad).

En ocasiones, la adulteración de la realidad se produce por una característica de nuestro “equipamiento” el que nos produce la variación. Por ejemplo, si tengo un problema auditivo no percibiré un sonido en la misma magnitud que alguien que no lo tenga, por lo que decir que un sonido es bajo es falso cuando claramente alguien lo percibirá más alto y nítido que yo.

Mucho más interesante es la variación en la percepción que produce nuestro estado de ánimo. Podemos tener una visión perfecta pero si estamos tristes veremos que un día soleado tiene tonalidades grises. Puedo estar en el paisaje soñado pero si mi estado es depresivo no lo percibiré de otra forma que no sea negativa. También funciona en el sentido contrario, no todo van a ser cosas malas: un día nublado puede ser el día más brillante y cálido si te sientes feliz por haber pasado la noche haciendoe el amor con la persona que quieres. Esta escena está perfectamente descrita en la película (500) Días Juntos, concretamente en la escena que os pongo a continuación.

¿Acaso alguien puede decir que jamás se ha sentido así? Eso es la vida. Ese vaivén de emociones que en ocasiones sientes que controlas (falsa percepción) y en otras crees que te controlan (percepción de dominio que tú permites en la mayor parte de las ocasiones). Pero, aquí la gran pregunta: ¿Qué es real entonces?

Lo real, siempre, es lo que tú sientas. Tu percepción a través de tus sentidos pueden engañarte o no darte toda la información sobre algo pero tu emoción jamás se rendirá a la mentira. Una emoción no puedes falsearla. Sí puedes falsera una expresión (sonrío aunque no esté feliz). Sin embargo, si estás feliz te costará mucho no sonreír, tendrás que hacer un esfuerzo consciente y constante por evitar que tus labios se curven y muestren al mundo que te sientes dichoso.

Por tanto, ¿no es hora de que nos dejemos guiar por las emociones en lugar de por las palabras o las impresiones? ¿No es hora de que, sabiendo que la realidad tiene dos rostros que nos engañan según nuestro estado de ánimo, nos fiemos más del sentimiento que nos acompaña?

Un matiz importante: no confundas el sentimiento con la acción. Tu realidad no será mejor si te chocas mil veces contra un muro que te pone la razón. Por ejemplo: por muchos sentimientos que te evoque tu última pareja, si esa relación se rompió (o la rompiste tú) porque no os haciais felices el uno al otro, no te lances a por ella simplemente porque sientas algo. Párate y valora que el motivo más sencillo y a la vez más probable por el que hoy no estéis juntos es que había una buena razón que valoraste en su día como definitiva para convertir a tu sentimiento en secundario por las carencias que tenía esa relación.

Por contra, si sientes cariño hacia alguien y puedes demostrárselo sin impedimentos y, con suerte para ti espero, ser correspondido/a, ¿a qué esperas? ¿Para qué sirve hacernos los duros o indiferentes frente a sentimientos que sabemos que están ahí? La respuesta es para protegernos. A nadie nos gusta mostrar nuestras cartas. Por eso, déjame darte un consejo: cuando sientas algo por alguien con quien no tengas la necesidad de protegerte (porque jamás te ha herido) y con quien no tengas un muro de buenas razones que te separe, no te lo pienses, siente y actúa. En caso de que no se den estas circunstancias, siente y piensa. Al día siguiente te alegrarás de no haber actuado.

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2 Comentarios

  1. ¿Es un acto suicida golpear el muro? Quizá algún día se rompa. La otra opción es un tanto conformista.

    1. Hola Paulina.
      Cuando hablo del muro lógico me refiero a que haya un motivo de peso por el que no traspasar esa línea. Por ejemplo: por mucho que ames a tu ex-novio, si sabes que él está con otra y que cuando habéis estado juntos no habéis sabido haceros felices, no hay que romper ese muro que ha impuesto la lógica a pesar de que deseábais estar juntos.
      No obstante, si el muro no es lógico no hay que respetarlo. Por ejemplo: no me preparo para obtener un título porque me considero que no soy bueno para estudiar, que no lo conseguiré jamás.
      Contra el muro lógico el acto suele ser suicida. Con el ilógico, el acto suele ser valiente.
      Nada de conformismos nunca, sí realidades 😉

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