No siempre la conducta aparentemente lógica es la correcta

Si ves lo que el resto de personas ven, es muy probable que actúes como uno de ellos. ¿Dónde está la diferencia? ¿Qué te hace genuino/a? Desde luego, no puedes permitir que esta última pregunta se responda por tu capacidad de imitar a la mayoría.

La escena que te presento a continuación pertenece a la película Patch Adams y representa el espíritu de lo que te quiero transmitir. Disfrútala y continuamos “hablando”.

Inspiradora escena, ¿verdad? A mí me gusta porque sirve de termómetro sobre el que definirme en momentos concretos. Viéndola, con la sensación que produzca en ti, rápidamente podrás darte cuenta de que estás en un momento de libertad mental (si lo que ves conecta contigo) o de anquilosamiento de ideas (si lo que ves despierta en ti la más genuina de las envidias).

Si tu mente no está, o mejor dicho, se siente libre no podrás disfrutar en la medida de lo posible de cada situación diaria. Cierto es que una mente atrapada te protege de experimentar todos los males que conlleva una situación negativa. No obstante, eso es vivir con el freno de mano echado. Jamás irás lo suficientemente deprisa para darte un choque de importancia pero ¿acaso la vida no es chocar y reanudar el camino? Date cuenta de que vives sobre un trayecto desconocido. Si atrapas tu mente no haces otra cosa que conocer ese camino porque estás recorriendo constantemente el mismo tramo, sin asumir riesgos como el de continuar el trayecto. Si recorres el mismo tramo no avanzas, siempre estás en el mismo punto. Si no avanzas no experimentas. Si no experimentas, ¿vives? Entramos en un bucle infinito en el que el tiempo se consume y tus experiencias y libertad mental brillan por su ausencia y riqueza.

Resulta fácil exponer la fórmula mágina: “Vive, exponte, atrévete, laméntate y retoma el camino”. Como toda gran verdad, es fácil decirla y complicado ejecutarla.

Te propongo un ejercicio para despertar en ti el interés de liberar tu mente. Pruébalo y si te resulta satisfactorio aplícalo libremente (valga la redundancia).

Cuando mañana te levantes lo primero que te pido que hagas es que acudas al espejo más próximo que tengas a tu alcance. Te mires y te digas a ti mismo/a qué deseas hacer ese día. En ese primer momento del día, cuando aún no has tomado consciencia de todo lo que tienes que hacer (obligaciones) te será más fácil dejar aflorar tu deseo. Di ese deseo. Puede ser cualquier cosa: desde comer un helado, ver a esa amiga que hace mucho tiempo que no ves, llamarla por teléfono, ir a practicar tu deporte preferido, ver una película que te interesa… Puede ser cualquier cosa. De hecho, ha de ser cualquier cosa cotidiana, nada de grandes empresas. Si deseas algo “enorme” (Por ejemplo: ir de viaje a Roma, el viaje de tus sueños) ese deseo rápidamente chocará con las normas sociales (“se van a pensar que estoy loca si me voy a Roma hoy porque lo acabo de pensar”), las obligaciones del día (“tengo que ir a trabajar, no puedo irme, ¿estoy loco?) o problemas derivados (“es un viaje muy caro y tengo que ahorrar”). No queremos que choques con ese tipo de impedimentos lógicos porque no estás trabajando desde la lógica sino desde la forma “tal vez ilógica para una mente atada” pero “totalmente comprensible para ua mente liberdada”. Así que si estás haciendo este ejercicio para liberar tu mente debes de hablarle en el idioma que entiende, el de la lógica más dura, y, por tanto, evitar impedimentos que la lógica tomaría en consideración para dejar tu consciente atrapado y reprimido. Anota ese deseo y llévalo a cabo. Combínalo con tus tareas diarias, hazle ese hueco de tiempo necesario para llevarlo a cabo y ejecútalo con el disfrute para ti que conlleve regalarte ese momento tan deseado y poco frecuente. Repite este ejercicio al menos 4 días durante 1 semana. Alterna 1 día de regalo con 1 día de no regalo (así echarás de menos y valorarás lo que ese regalo te proporciona). En ese momento en el que tu mente desee tener esa libertad estarás empezando a necesitar ver más allá.

El primer paso para ver más allá es tener una visión propia, alejada de la norma de la mayoría. Por eso, es vital que te conozcas a ti mismo/a para saber qué es lo que te va bien y que eso no ha de ser necesariamente lo mismo que necesita el resto de la gente para funcionar.

En el momento que sepas lo que necesitas y te lo autoproporciones estarás un paso por delante de los acontecimientos, serás capaz de anticipar qué hacer para no perder eso tan necesario que te hace tanto bien. Dicho de otro modo y en palabras más bonitas: te sentirás libre y, paradójicamente, solamente atado a la obligación de satisfacer la necesidad de tu propio deseo.

Como dijo Steve Jobs en su célebre discurso “Stay hungry, stay foolish”.

Entrada patrocinada por: APOYA NUESTRO PROYECTO SOLIDARIO

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