Roles tóxicos: el justo agresor

Hay quien no respeta los límetes propios y ajenos. Hay quien, además, se siente legitimado a hacerlo en nombre del amor o de un sentido de la justicia que nadie alcanza a comprender. Tal vez ya os hayáis dado cuenta de la incongruencia: ¿una agresión puede ser justa o legitimada? Para este tipo de rol tóxico desde luego.

La agresión se define cuando se traspasa un límite establecido bien sea por una norma social, de convivencia o afectiva. Sabemos que traspasando ciertas líneas nos generaremos problemas. Igualmente, sabemos que quien cruce determinados límites que ponemos tendrá problemas con nosotros.

El justo agresor no entiende de límites. Cree, al igual que El Rey León en la película de Disney, que todo lo que contempla su vista es su responsabilidad. Esto incluye relaciones, persona conocidas y desconocidas, situaciones propias y ajenas.

Si algo sale bien el justo agresor se achaca la responsabilidad. De hecho, suele emplear el “yo” para iniciar sus frases. Como véis, tiene un marcado carácter egocéntrico. Todo gira a su alrededor, todo le pertenece, todo es suyo, nunca se equivoca. Su pensamiento es dicotómico y, como acabo de decir, intuiréis que en su mente las frases empiezan por “yo” y terminan por “siempre” cuando está feliz y “nunca” o “nadie” cuando está triste.

La gente situada a su alrededor actúa visitándole muy a menudo y así estar fuera de su alcance a la par que le satisface, ya que todo el tiempo que pasa con él se lo dedica a él, le deja que se luzca. De hecho, es habitual ver cómo el justo agresor no para de hablar. No se da cuenta de que sólo habla él. No se da cuenta de que nadie interactúa. Tan sólo es él hablando, disparando historias cual metralleta munición. No hay interacción, tan sólo una descarga a modo de doma de atención. Se siente feliz por ser el centro de todo.

El problema, obviamente, radica en que alguien no le considere el centro. En ese caso, se tomará su no estrellato como algo personal e interpretará que todo lo que hace su “no adulador” va en relación a él. Por tanto, cualquier comportamiento de esta persona que no le presta mayor atención cree que es una agresión tal y como se ve en aquellos momentos en los que se despide el no adulador. Es ahí donde el justo agresor se despedirá con un adiós que deje clara su decepción ya que se toma la marcha de esa persona como un ataque hacia él en lugar de pensar que en el mundo hay más cosas que hacer que estar alrededor de su persona.

¿Por qué se identifica este rol con la etiqueta de justo agresor? Por la sencilla razón de que en su intento desesperado de atraer y contentar a su particular manera a los que podían ser fieles y aún no lo son, no tiene el menor reparo en invadir y, por tanto, agredir a otras personas. Por tanto, es habitual que se meta en la vida de otros para ganárselos. Estrategia totalmente contraria a sus intereses pero para la que él se ve legitimado. El pensamiento automático del justo agresor sería: “no se fija en mí lo suficiente, por eso no me idolatra. Voy a demostrarle que estoy ahí, así verá que le quiero, que me importa. Le quiero tanto que voy a hacer cosas por él”. Ahí está el error. El justo agresor, si fuera una madre, sería ese tipo de madre que de tanto que quiere a su bebé le asfixiaría contra su propio pecho al abrazarle.

Es muy complicado convivir con gente que se cree que el resto del mundo está en deuda con ellos, que necesitan ser el foco de atención. Son auténticos vampiros de energía en potencia que agotan a quien no está interesado en su persona al nivel de convertirles en centro de atención constante. Un panorama complicado y que se lucha en las sombras muchas veces. Para el ojo inexperto es inapreciable en la mayoría de ocasiones.

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5 Comentarios

  1. Gracias , me ayuda mucho para entender mi comportamiento y el de los demás.

    1. Gracias a ti Paty. Me alegro mucho de que te sea de utilidad. Un saludo.

      1. A mi me ayudó para identificarme,con algún rasgo de agresor y dejar de lastimar a mi familia. =)

  2. Gracias a una amiga le va a ayudar muchísimo

    1. Gracias a ti por compartir los contenidos y, sobre todo, por demostrar ese espíritu autocrítico que tienen todas las personas que desean mejorar a nivel personal. Un abrazo!

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