Un criador catalán revoluciona la educación canina

 

  1. JOAN CASTRO
El etólogo Jordi Fontrodona juega con varios de los perros que cría en su finca de Viladamat. Foto: JOAN CASTRO

 

El arte de educar canes fluye de manera innata para Jordi Fontrodona. Con un gesto, una mirada o un tono de voz calculado, este etólogo canino de Viladamat (Alt Empordà) logra que sus perros le escuchen atentos y le obedezcan. Tras más de 20 años analizando cómo interactúan los perros y cómo se relacionan con los seres humanos, Fontrodona ha desarrollado un método único para criar cachorros “socializados y equilibrados”; canes con un carácter preparado y capaces de reaccionar con sensatez en todo tipo de circunstancias.
Fontrodona trabaja básicamente con bóxers. Tiene 35 hembras y 9 machos, lo que le convierte en uno de los mayores criadores de esta raza en España. “El bóxer es el más sensible y dócil de los perros y se amolda a todas las situaciones. Es todoterreno”, dice. El etólogo aplica un tratamiento a los cachorros desde su nacimiento. No se trata de grandes técnicas de adiestramiento, sino de inculcar valores a través de intervenciones muy sutiles. Según el criador, las primeras 15 semanas de vida son esenciales porque es la fase en que formará su carácter.

DETECTAR AL DOMINANTE
Desde el nacimiento, la observación es crucial para limar las diferencias entre los cachorros y evitar comportamientos traumáticos. A partir del tercer día suele detectar qué cachorros son los dominantes porque, aunque aún no oigan ni vean, se guían por el olfato y acuden a las mamas de la madre con más leche. En cambio, los más sumisos se quedan atrás a la espera de que acaben sus hermanos. Una vez detectadas las diferencias, hay que “equilibrar la camada”. Solo cambiando de lugar a los pequeños, consigue calmar el temperamento de uno y avivar el del otro y enseñarles a compartir.
Fontrodona mezcla camadas para fomentar la convivencia de canes de distintos caracteres. Los cachorros aprenderán así a evitar conflictos. Dentro de esta sociabilización, Fontrodona también hace convivir dos madres con una sola camada o dos camadas con una sola madre. El objetivo es reforzar la confianza de la progenitora en otros miembros de su misma especie y en los humanos. El resultado más visible es que en la finca de Viladamat cualquiera puede tomar en sus brazos a un cachorro sin que la madre despierte un instinto de protección agresiva.
Otros ejercicios consisten en acostumbrar a los cachorros a escuchar todo tipo de ruidos para evitar caracteres asustadizos. También los introduce en situaciones que vivirán con sus amos, como ir en coche.

A CASA CON LOS DUEÑOS
Fontrodona cree que a partir de la octava semana es el momento ideal para que los cachorros continúen su etapa de impregnación en casa de sus amos. “Se debe enseñar sin castigos ni amenazas. Pegar siempre es contraproducente porque el único perro que muerde es el que tiene miedo o es salvaje. El perro aprende por insistencia. Para prohibir debemos ser contundentes con gestos y palabras”. A partir de los seis meses, Fonrodona corrige conductas no deseadas. “Comparándolo con un niño, es la etapa en que va a la escuela”.
Uno de los objetivos de Fontrodona es colaborar con la Facultat de Psicologia de la Universitat de Girona en terapias para personas discapacitadas. “Mis perros son equilibrados y tienen un carácter adecuado para participar en terapias. Son animales que pueden aportar autoestima y seguridad a estas personas”.

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