El filtro moral

¿Por qué los niños imitan aquello que es a todas luces incorrecto? Para responder a esta pregunta hay que recordar que las personas no somos entidades vacías o seres pasivos que responden al medio sin aportar nada; al contrario, las personas construimos nuestra realidad, y en este sentido el categorizar un comportamiento como negativo, malo o inmoral requiere de una estructura cognitiva y afectiva que actúa como un “filtro” y que nos permite interpretar esa realidad y darle significado. Niños y jóvenes ven el mundo moral de forma diferente a como lo vemos los adultos porque tienen distintos “filtros”, producto de su experiencia de vida y de su estadio evolutivo. Por ejemplo, los niños pequeños piensan que cualquier diferencia es injusta, y a veces prefieren botar a la basura un dulce extra antes que permitir una distribución desigual. Los adolescentes consideran que es inmoral revelar la falta de un compañero aun sea una falta grave; respaldar al compañero se considera lealtad, un valor muy importante durante la adolescencia.

Los adultos se sorprenden al comprobar que sus explicaciones sobre lo correcto e incorrecto no son comprendidas por los niños como ellos esperan. Si bien esto puede ser frustrante, hay que recordar que los niños piensan sobre los valores desde su propio nivel de desarrollo.

Conforme las personas crecen, van desarrollando nuevas y más adecuadas formas de resolver los asuntos morales, y por ello los niños usualmente están menos desarrollados que los adolescentes, y éstos a su vez lo están menos que los adultos.

Cuando un niño se enfrenta a un problema moral, él o ella lo interpreta, y esta interpretación se debe en parte a su particular historia personal (su cultura, su religión, su experiencia educativa, su familia, etc.), y en parte a su nivel de desarrollo moral.

Esta interpretación es crítica para lo que el niño juzgará como correcto o incorrecto, como algo de valor, o algo que vale poco.