Mira,
En la peor etapa de mi vida recuerdo que tuve que hacer muchas cosas para aguantar. Es lo que hacemos cuando nos sentimos en modo superviviencia. Hacemos lo inimaginable por con tal de sobrevivir.
Lo curioso es que no necesitamos ser un naufrago en una isla desierta para sentirnos así. Podemos tener una vida genial pero no ver lo bueno. O tener una vida de mierda y no hacer otra cosa que ver lo malo.
Todo depende de lo que tú decidas ver. Y eso es lo que quiero contarte hoy. Lo que yo decidí ver y hacer.
La situación no era agradable, no tenía visos de terminar nunca (pero terminó, porque todo termina, hasta lo malo) y a mi alrededor no había nadie que la hubiera resuelto.
Esta es una señal inequívoca de estar en la mierda más profunda. Estar rodeado de gente que está en la misma mierda que tú. Causa y consecuencia del problema.
Todo invitaba a que luchar contra eso era una tontería. Como decimos en Jaén “es chominá que briegues”. Lo que viene a significar que “ni te esfuerces porque lo que hagas no va a cambiar las cosas”.
A mí me pasa que lo que hagan los demás me importa un bledo. Lo que me importa es cómo me siento. Si no me siento a gusto con algo trato de buscar el cambio.
Durante mucho tiempo me saturé pero llegó un momento de sufrir tanto que decidí coger el toro por los cuernos. Dije basta y me puse manos a la obra.
Desarrollé muchos mecanismos para lidiar con el problema mientras buscaba resolverlo. Y es curioso como todo está inventado porque muchas de las cosas que hice en su día, ahora veo muy claramente que fueron aciertos.
Porque son cosas que toda la gente de la que aprendo hicieron para avanzar también a través de su noche oscura del alma.
Uno de esos mecanismos fue el deporte. Empecé a salir a correr. No tenía ni zapatillas de correr. 120 kilos de peso. Salía a correr y la gente miraba hacia atrás porque pensarían que les venía una apisonadora. Aún escucho el retumbar del suelo a mi paso.
A mí me daba igual. Yo a lo mío. Luego aprendí que si te compras unas zapatillas para correr no despiertas a la gente de su siesta por tus pisadas y que además sufres menos. Y poco a poco fui aprendiendo y llegué a tener etapas de correr 12 kilómetros diarios. Creo que mi racha más larga haciendo eso fueron 15 días seguidos. Lo recuerdo por el dolor que tenía todo el día.
Y ahí está lo que hoy quiero contarte. Empecé a desarrollar problemas físicos. Talalgia, dolor de espinillas, de rodillas, fascitis… Me dolía hasta el blanco de los ojos.
Lógico. Estaba llevando al cuerpo a un límite y no le escuchaba cuando me pedía descansar. Salía a correr porque lo necesitaba. Y ahí está ese error que todos cometemos.
Por conseguir algo bueno (el subidón de hacer deporte y sensación de evasión del problema) creé otro problema (físico).
Ahí había una necesidad de fondo. Necesitaba salir a correr para evadirme. Así que no era tan libre como creía. Era un esclavo de algo que yo me daba. Había ganado en que lo que necesitaba me lo daba yo. Seguía siendo un esclavo pero de mis accciones. Mejoría leve. Seguía dentro de un problema.
Y esa fue la etapa de mi vida en la que descubrí la hipnosis. Esa fue la etapa en la que pasó la historia que te cuento en la Hipnosis para Adelgazar, sobre cómo la descubrí. Y, en esa etapa empecé a usar la hipnosis para gestionar el dolor que sentía al correr.
Creé un anclaje para el dolor, otro para correr más rápido, otro para recargar energía… Y todo me funcionaba.
Esa etapa me ayudó a desarrollar fortaleza mental y crear mecanismos mentales para afrontar el dolor, el problema y gestionar las consecuencias físicas de todo eso. Ahí descubrí que la mente es tu gran aliada para hacer frente a las mierdas de la vida.
Una mente quejica se lamenta por todo. Una mente entrenada en afrontar y tener éxito haciéndolo, no se queja. De hecho, quiere más. Es como Clint Eastwood cuando dice “Venga, alégrame el día”. Tráeme un problema que voy a demostrarte que nada me para.
Uno de mis propósitos de mi camino es usar esos aprendizajes tan impactantes para ayudar a quien me pide ayuda. Acortar tu curva de aprendizaje para que salgas del problema más rápido y mejor de lo que yo tardé en salir.
Decirte lo que sé que funciona porque a mí me ha servido y que te sirva a ti también. Porque por ley de resonancia, muchas de las cosas que he vivido están pasando en vuestras vidas. No sé si a ti, porque no os conozco a todos, pero a los que os conozco sé que lo que voy a decir os suma.
Si tienes un dolor que no sabes controlar, ya sea físico o emocional.
Si tienes un área de tu vida en el que aún no has desarrollado maestría y sabes que eso se debe a que tu mente es inconstante e indisciplinada.
Si sencillamente quieres ponerte un nuevo reto para darte cuenta de todo el potencial que tienes sin explotar
He grabado una nueva hipnosis que, de haberla escuchado en la época de la que te hablo, habría sido el acelerador para salir antes de la situación problema.
El título es engañoso porque se llama Hipnosis para el Dolor Crónico. Puede sonar a que sólo va a serte útil si te duele algo en el cuerpo. Eso es lo que interpretará cualquiera que la vea en la Tienda y no conozca el background que te he contado en este email.
Tú ya sabes que esa hipnosis te vale para que tu mente tenga un camino para hacerse más fuerte en todos los sentidos. Vas a utilizar el aspecto físico como excusa para comenzar. Porque el dolor físico lo reconocemos antes que el emocional pero está conectado a él.
Identifica un dolor físico, que es la proyección en ese plano de un dolor emocional, y empieza a trabajarlo con esta hipnosis.
Este acercamiento desde lo físico te va a ayudar a conectar con lo emocional y a reconocer tu poder para sanar. Al reconocerlo decidirás si usarlo para tu bienestar. Y si tomas esa acertada decisión tu vida va a cambiar porque tu mentalidad no será la de una víctima.
No quieres ser una víctima.
No dejes que el dolor crónico controle tu vida. Compra ahora nuestra hipnosis para el dolor crónico y comienza tu camino hacia una vida más libre de dolor y llena de bienestar.