Prácticamente la mayor parte de las metas que te propongas en tu vida estarán a tu alcance.
Te sorprenderás muchas veces dejando que tus creencias limitantes se apoderen de tu voz y griten cómo mucha gente logra lo que tú no, de cómo ellos son especiales, de cómo ellos lo tienen fácil…
Si no tienes la mejor red de contactos no te lamentes por ello, créala. Si no tienes facilidades para lograrlo date a conocer hasta que tu nombre sea una de las primeras opciones. Si crees que lo tienes difícil analiza qué te impide lograrlo y genera el cambio con pequeñas acciones.
Laméntate cuando el agotamiento o el pesimismo pueda contigo, cuando las puertas que te cierren en la cara te duelan tanto que no sepas por dónde continuar el camino. Date solamente ese día para lamentarlo. Tienes 24 horas para lamerte las heridas. Al día siguiente coge lo aprendido y comienza a reestructurar tu estrategia.
Aprende de tus errores para no repetirlos, laméntate por el tiempo transcurrido a la espera del éxito, disfruta de esos períodos de paciencia en los que sabes que lo vas a conseguir aunque no parezca que sea pronto… pero sobre todo JAMÁS TE RINDAS.
Si realmente deseas conseguir tu meta la única certeza es que no tiene otra opción que conseguirla.