Maccabi y Real Madrid nos han brindado una de las mejores finales de la historia de la Euroliga. Personalmente, considero que el Real Madrid cuenta con más recursos, sin embargo, no ha podido acceder a ellos durante todo el partido. Al contrario que Maccabi, que ha acabado llevándose el título.
Estadísticamente hablando el Real Madrid comenzó accediendo con facilidad a sus recursos, personificando esta afirmación en la figura de Rudy, quien era amo y señor del partido en sus primeros minutos. Sin embargo, no ha habido relevo en ese camino de arrollar al rival y en esa “tierra de nadie” Maccabi se ha sentido en su salsa, aproximándose cada vez más al marcador y jugando de tú a tú al equipo que le estaba maltratando en los minutos iniciales.
A partir de ese momento la dinámica cambia y Maccabi sabe que puede hacerlo tan bien o mejor que Real Madrid. No se descuelga ningún equipo en el marcador y sucede algo que ha resultado vital a la postre. Maccabi ha encontrado siempre sus recursos, llegando incluso a rendir a su máximo nivel varios de sus jugadores importantes. Siempre les ha rendido Rice, Blu, Tyus y Hickman. Esta afirmación no ha encontrado equivalencia en el Real Madrid. Llull no ha logrado el acceso a sus recursos, Rudy en la segunda parte tampoco. Sólo Sergio Rodríguez ha dado esa producción que el equipo demandaba. Confianza in crescendo del lado macabeo e incomodidad en el madridista.
En conclusión, vuelvo a lo del inicio. Creo que el Real Madrid tiene más recursos que Madrid y ha perdido porque no ha accedido a estos. Este acceso no es algo voluntario. Hablamos de aspectos mentales subconscientes. El bloqueo no es casual en esta final. La última referencia de este grupo en una situación similar tiene un componente emocional asociado con un fuerte componente negativo, de bloqueo tras perder el año pasado contra Olympiakos.
Estos jugadores son excepcionales pero, como seres humanos, tienen barreras que superar para lograr aquellas cosas para las que están sobradamente capacitados. Una cosa es el potencial (soy capaz de lograrlo) y otra el rendimiento (lo logro). Un trabajo psicológico específico resulta necesario para eliminar estos bloqueos y lograr ese acceso al potencial que cada jugador necesita para ofrecer al equipo lo que necesita.
Cuanto más potencial tiene un jugador más efectivo es este trabajo, ya que más recursos hay a disposición para lograr el objetivo. Se entrena el aspecto físico, táctico, médico… Entrenemos el psicológico. Y no hablo de una charla motivadora del entrenador ni de una gestión del equipo sabia, que es parte del trabajo que realiza brillantemente Laso. Me refiero a ir más allá y trabajar profesionalmente creencias que potencian el logro de objetivos, creencias que acompañan al jugador cuando está solo sobre la pista, con un ambiente en contra y con un marcador que exige que cada profesional aporte el máximo de recursos posible para su objetivo. Recalco, aspectos mentales que debe incorporar a nivel mental el jugador cuando está solo con todo en contra. Esa es la clave.
Sigue resultándome contradictorio que se hable de la importancia del aspecto mental en el deporte profesional y que luego no se trabaje profesionalmente. Abramos los ojos y demos la bienvenida al siglo XXI y a los resultados que ya sí pueden conseguirse ampliando miras.