La fábula de Pinocho, ese niño de madera al que le crecía la nariz cuando contaba mentiras, cobra realismo a la luz de los resultados de un estudio realizado con cámaras especiales que miden el flujo sanguíneo.
Se ha comprobado que cuando una persona miente su nariz crece debido a que el aumento de la tensión arterial inflama el tejido blando del interior de la nariz, lo que a su vez provoca un hormigueo en las terminaciones nerviosas.
Este dato refuta a nivel científico la creencia base en el estudio del lenguaje no verbal referida a que cuando alguien nos cuenta algo mientras que se frota la nariz hay probabilidades de que nos esté mintiendo.
Por desgracia, a simple vista la percepción de la inflamación nasal es mínima, por lo que hay que recurrir al estudio de otros aspectos no verbales para llegar a concluir que alguien nos miente.