El efecto Lázaro y el efecto Mandela vistos hace año te parecería algo directamente imposible. A día de hoy están siendo normalizados por nuestras fuentes de información. La conexión de ambos efectos con la nomenclatura “cuántico” son el punto de partida del siguiente vídeo. La finalidad del mismo es estimularte para discernir la realidad actual en comparación con tu visión de la misma con respecto a hace poco tiempo.
Los 2 últimos años han sido anormales
Creo que estaremos de acuerdo en que durante 2020 y 2021 han sucedido cosas que jamás pensamos que sucederían. Este tipo de escenarios son una prueba para nuestras creencias, mostrando la flexibilidad o no de las mismas a ser modificadas por noticias o eventos externos.
La atribución que haces de cada circunstancia externa modula incrementando o reduciendo las opciones de adoptar un cambio de discurso. ¿Cuál sería el factor clave en adoptar un cambio en tu forma de pensar? El componente emocional, sin duda. Si consigues impregnar una emoción intensa al individuo este se verá condicionada por la misma.
Si esa emoción es extremadamente positiva, su comportamiento tiene altas probabilidades de repetirse en el futuro. Por contra, si es extremadamente negativa (miedo, dolor) su comportamiento tiene altas probabilidades de ser modificado para evitar el consiguiente castigo de modo reiterado.
En este programa de reforzamiento por intervalos desembocado en indefensión aprendida se ha visto envuelta la humanidad en estos últimos 2 años, con lo que la modificación comportamental ha afectado en mayor a menor grado a todos.
Conexión del efecto Lázaro y Mandela con ingeniería social
La normalización por parte de los mass media de estos efectos deja entrever que van a ir a más. Ambos efectos implican una duda sobre la propia percepción del individuo, su capacidad para recordar y ser puesto en duda primero por el entorno y luego por sí mismo. Esta duda continua desemboca de nuevo en la indefensión aprendida, antecedente del episodio depresivo mayor.
Una persona deprimida es previsible y, por tanto, controlable. En último término, alguien que no elige vivir sino que piensa qué puede hacer en la vida. Ni se plantea el ser feliz. Bastante tiene con no morir.