Lo que te han enseñado es falso. No hay que evitar el dolor. No hay que soportarlo para sentirse más fuerte. El dolor es como una piedra en el zapato. Hay que quitarlo para poder caminar sin malestar. Hay que afrontarlo, manchándose de dolor para dejarlo ir. Hay que empacharse de dolor para agotar una dosis que en circunstancias normales consumiríamos poco a poco cada día.
Supera el dolor enfocando tu mente en la emoción que lo provoca y limpiando las formas en las que sentir ese dolor te beneficia. Porque si lo mantienes en tu vida es porque te beneficia de algún modo que te hace infeliz (recordar a la persona amada, tener la excusa perfecta para no tener que volver a intentar algo similar en tu vida, tener un motivo para quejarte a diario, etc.). Supéralo.