Vivimos una época del año en la que se presupone la armonía, la felicidad, el amor y la paz. El marcar este listón hace que se asuma como natural que estos ingredientes han de estar presentes en nuestros días. Es más. Es tal la saturación y bombardeo cultural y mediático que la inercia que nos acompaña es la de que las 24 horas de todos estos días han de ser maravillosos.
¿Consecuencias de esta extrapolación irreal de expectativas? Si conseguimos estar en armonía y felicidad no seremos tan felices como en otra época del año porque era lo que se esperaba que sucediera. ¿Cuál es el peor de los casos? Que no se consiga el objetivo. Que haya peleas, enfados, roces, falta de cohesión entre los miembros de una familia. En ese caso, la Navidad será una época de transición donde el escaparate muestra una falta de unión que parece más exacerbada al compararla con el resto de personas que embriagadas por el espíritu navideño viven una realidad feliz e inalcanzable.
Esta época no hace más que poner de manifiesto el poder de las expectativas. Como toda fuerza, la expectativa tiene dos sentidos y hoy quiero centrarme en el sentido ascendente, aquel que aún no he mencionado: anticipar una situación negativa que luego no se produce, por lo que los resultados no son positivos, sino extraordinarios debido a la comparación con la estimación catastrófica hecha por adelantado.
Estos puntos de inflexión pueden condicionar una dinámica familiar duranteel resto del año. El salir dañado de una Navidad puede hacer que durante todo el año se acumulen rencores con tal de justificar lo sucedido en la Navidad anterior y preparar el terreno para dotar de una línea continuista a las épocas que estén por venir (reuniones familiares, viajes en familia, próximas vacaciones, las siguientes Navidades, etc.). No obstante, el conseguir un punto de inflexión ascendente (salir bien parado cuando se anticipaba un desgaste en estas fechas) puede espolear a una familia a superar asuntos que condicionan el funcionamiento conjunto de cada uno de sus miembros.
Es por esto que estas Navidades no sólo os deseo Felices Fiestas, sino también que salgáis reforzados y en trayectoria ascendente de estas fechas.
Buen post señor Navas, te deseo lo mismo! Un abrazo.
Muchas gracias Jose. Feliz Navidad y a ver si el rey viccior te da pronto el regalo oriental 😉 Un abrazo!
[…] El Día de San Valentín me recuerda a la Navidad en cuanto se refiere a expectativas, presuposición de armonía, día de balance (¿He encontrado al amor de mi vida? ¿Soy feliz? ¿Por qué estoy solo/a? ¿Me merezco al mejor?). Por eso, no está de más leer el artículo que ya publiqué en Diciembre 2010 sobre la Navidad. […]