Al igual que el niño se tropieza como consecuencia de aprender a andar, todos nos hemos hecho alguna herida emocional aprendiendo a vivir. Y es que no resulta fácil aprender a ser. Sobre todo cuando tantas voces te dicen cómo tienes que ser y esas voces, a veces, tapan a tu propia voz interior.
Sobre este tablero de juego tan confuso es muy fácil, casi necesario, hacerte una herida emocional al tropezar frecuentemente contra los obstáculos que te obligan a aprender.
Si te caes y te haces una herida en tu rodilla, rápidamente la tratas para evitar desangrarte. Pero si esa herida no es visible hay veces que, no es que no la tratemos, directamente negamos su existencia.
En este contexto encuentran su caldo de cultivo los procesos de duelo que jamás se concluyen porque al negar su existencia se impide su avance. Y es necesario avanzar en las etapas del duelo pero más aún es reconocer que hay un duelo originado. Brota la “sangre emocional” de esa herida emocional que te has hecho.
Las causas más habituales de una herida emocional
- Rechazo
- Abandono
- Desamor
- Miedo
- Expectativas no cumplidas
- Fracasos
HERRAMIENTA RECOMENDADA
Si quieres saber más sobre este tema he grabado un podcast en Ilumínate al respecto. Puedes escucharlo a continuación.