BASADO EN HECHOS REALES
Este artículo me vino a la mente el pasado domingo 12 de octubre mientras disfrutaba con mis mascotas en un acto que organizaba una ONG de animales con motivo de la Feria de San Lucas en Jaén.
El acto consistía en una serie de actividades en las que participaban las mascotas y sus dueños para poder conseguir fondos para la Asociación que organizaba el evento. Cualquier ayuda es poca y siempre es bueno colaborar si eso va a suponer un beneficio para los animales. Como lugar de reunión de muchas personas, éste era una fuente de diferentes tipologías de personas, de las cuales una se tornó en personaje cuando me topé con él: el listo de turno.
Resulta que, como sucede en estos sitios, siempre hay alguien a quien le encargan el cuidado de algún animal que no es suyo. Éste es el caso de una amgia mía, que se vio cuidando a un husky al que le asustaba el ruido de los altavoces. Ni que decir tiene que ni ella ni yo éramos capaces de hacer que la perra nos acompañase a donde se realizaban las actividades, por lo que veíamos todo en la distancia.
Luna, que así se llamaba la perra, de pronto se escapó de su collar y mi amiga fue tras ella. Yo estaba hablando con una persona y ni me di cuenta de la huida hasta un rato después. Para suerte nuestra, un hombre acompañado de una niña pequeña sujetó a la perra para evitar una carrera que teníamos perdida y este personaje era el listo de turno de la Feria.
Resulta que aquel desconocido no era ni más ni menos que un adiestrador de dobermans. En fin, se veía que el hombre tenía ganas de darse un autohomenaje (ver artículo) y una feria de animales era el lugar idóneo para él. El listo de turno siempre necesita una señal para demostrar sus superpoderes y en esta ocasión la obtuvo cuando ni mi amiga ni yo conseguíamos que la perra nos acompañara hacia la Feria. En ese momento él exclamó: “Déjame a mí, que soy adiestrador de dobermans”.
En fin, la mala copia de César Millán cogió la correa e hizo que Luna andara al compás que él marcara. Mi amiga y yo nos sonreímos por la suerte de tener a éste individuo cerca pero yo rápidamente me arrepentí al ritmo que soltó por su boca: “Veis. Es fácil. Hasta mi niña de 6 años lo puede llevar”. Es en esos momentos cuando mi awareness funciona y tengo que controlar el click que hay en mi cabeza deseando poner a ese fantoche en un lugar mucho más relajado pero me contuve. El individuo siguió con su clinic, con su autohomenaje, dándonos una información que ninguno le habíamos pedido.
Mis niveles de absorción de pedantismo llegaban a su fin y de forma cortante le dije a mi amiga que la esperaba en el otro lado, que era mucho más interesante (¿pillaría esa indirecta el listo de turno?) y para desgracia de mi amiga, durante 20 minutos el listo de turno la obsequió con ese recital para su ego con mi amiga de espectadora.
¿Qué hacer en estas situaciones? Ante todo, identificar a estos individuos. Es asombroso cómo abundan los integrantes de esta tribu urbana de entendidos en diversas artes que han de hacer gala de lo poco o mucho que saben ante la menor ocasión y con nula invitación a demostrar su sabiduría.
CLAVES PARA RECONOCER AL LISTO DE TURNO
- Rápidamente se identifican como personas con un estatus por encima de la media en diversas temáticas y, por supuesto, por encima de sus interlocutores u oyentes (en la mayoría de casos oyentes meramente porque este individuo no está muy por el diálogo, sino por lo que él concibe como discursos didácticos).
- Son capaces de hablar de la misma temática durante mucho tiempo.
- No se aburren de escucharse a sí mismos, por lo que la cara de aburrimiento de sus oyentes no les frena ni les sirve de indicio a callarse.
- En lugar de integrarse en un colectivo (en este caso, en la feria de animales) prefieren dar sus performances por libre. Lo suyo es competir y no van a rebajarse a integrarse con los no doctos en la materia.
EL MECANISMO QUE MANTIENE AL LISTO DE TURNO
El reconocimiento ajeno es lo que buscan, por lo que lo perseguirán a toda costa. Impresionar, dejar con la boca abierta o alabanzas a sus capacidades son la gasolina de estos individuos que, si por ellos fuera, vivirían en un clinic de conocimientos contínuo.
Por tanto, si queréis detener al listo de turno nada mejor que dejarle claro que dirigiréis vuestro tiempo y atención a un lugar que lo merezca más que él. Lo peor que podéis hacer es esperar a que él decida terminar su conversación porque viviréis como un recluso: sabéis cuando empieza vuestra condena pero no tenéis la certeza de cuándo termina hasta que lo decida otra persona.
MI CONSEJO
Está muy bien dejar que otras personas te deslumbren porque eso supone un acicate a su autoestima pero no es legítimo estar junto a estas personas sólo por formalismos sociales. Si esa persona te aburre demuéstraselo. Más cruel es dejarlos vivir con la convicción de que tienen un valor que para ellos se fundamenta en la sabiduría y realmente se cimenta sobre el pedantismo y el inoportunismo.
No podría estar más deacuerdo contigo. Gracias. Y no quiero ser alarmista, pero esta clase de actitudes son cada vez más frecuentes, y realmente peligrosas.