Todos sentimos miedo a algo que nos ha pasado, a algo que nos está pasando o a algo que anticipamos que puede ocurrirnos en el futuro. Este pensamiento puede tener la suficiente carga emocional como para bloquearnos y dar como resultado una versión adulterada de nosotros mismos. Esa versión es nuestra versión dominada por el miedo. No soy yo, sino mi miedo.
Quien tiene miedo se siente viviendo con el freno de mano echado. Haciendo pero sin disfrutar. Viviendo pero con angustia. Respirando a la vez que se siente ahogado. El estímulo que desencadena el miedo puede ser una relación amorosa, una situación social, un olor, un recuerdo, un color…
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A priori el miedo es un paralizante, que te impide ser tú mismo/a. No se trata de que no tengas recursos sino de que no puedes acceder a ellos, lo que genera una frustración por saberte capaz de algo pero no lograr hacerlo como deseas. Por tanto, el miedo te intoxica llegando a hacer que dudes de ti mismo/a.
Hace unos días tuve la oportunidad de conocer a Lucía. Ella sentía miedo y acudió a mí para superarlo. Después de trabajar 5 horas dimos por concluido el trabajo.
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¿Quieres entender qué pasó en esas 5 horas para que lograra cambiar su realidad dando un giro de 180 grados al miedo y sacándolo de su vida? Te lo explico en el siguiente podcast.