Cuando una persona está enferma o sufre una enfermedad crónica, el ejercicio físico es lo último que se le viene a la cabeza pero, en muchos casos, debería ser lo primero. Cada vez más, los estudios demuestran que la práctica regular de actividad física es efectiva tanto para tratar una enfermedad como para evitar una gran variedad de dolencias, incluyendo, entre otras, la artritis, el cáncer, el síndrome de fatiga crónica, demencia y desórdenes alimenticios.
Recientemente las investigaciones han confirmado los siguientes beneficios:
- Artritis: un estudio financiado por El Servicio de Investigación Agricultural concluyó que las rutinas de ejercicios diarios aumentan los niveles de energía en los pacientes de artritis reumatóide.
- Lesiones de cerebro y médula ósea: el ejercicio ayuda a promover la mejoría funcional del cerebro y médula ósea por medio del incremento de los neurotrófinos, un factor de crecimiento envuelto en procesos neuronales, tales como el aprendizaje, la memoria y la locomoción. Un informe publicado en Las Actas de la Academia Nacional de Ciencia explica que la actividad física estimula las neuronas dañadas para regenerar sus axones, mecanismo de evolución primaria, o conector del sistema nervioso.
- Cáncer: Investigaciones de la Universidad de Cambridge demuestran que los hombres con una condición física óptima tienen cuatro veces menos probabilidades de padecer cáncer de próstata con respecto a aquellos cuya condición física está muy por debajo de la de los anteriores. Los científicos piensan que la actividad física reduce la testosterona, la cual tiene relación con en el desarrollo del cáncer de próstata.
- Colesterol: Realizar ejercicio regularmente puede reducir la concentración de colesterol malo (LDL) incrementando así la cantidad de colesterol bueno (HDL), según los investigadores del Instituto Baker de Estudios Cardiovasculares, quienes descubrieron que los atletas de corazón saludable tienen más alto el nivel de colesterol bueno en sangre que aquellos que no lo son.
- Demencia: en un estudio finlandés de 2000 personas adultas, aquellos que eran obesos (30% o más de metabolismo basal), en edad media, tenían más probabilidades de desarrollar demencia que los de peso normal. El ejercicio es una de las claves para controlar el peso y prevenir la obesidad.
- Depresión: 10 minutos de ejercicio de intensidad moderada puede ayudar a los individuos que sufren depresión y ansiedad a mejorar la autoconfianza y el amor propio, según The Mqyo Clinic HealthSource.
- Desórdenes alimenticios: Un Estudio sobre el tratamiento y la prevención de estos trastornos, descubrió que las personas con anorexia que practicaban deporte ganaban más peso que las sedentarias. El estudio, de 6 meses y dirigido por el Renfrew Center de Filadelfia, fue diseñado para conseguir pacientes que prestaran más atención a las sensaciones y movimientos corporales y centrarse en lo psicológico, además de lo físico, con respecto a los beneficios del ejercicio.
- Enfermedades del corazón: Investigadores de la Universidad de Misuri, descubrieron que las células musculares de las personas que practicaban un ejercicio aeróbico continuado, eran capaces de descomponer más rápida y eficientemente las grasas circulantes en arterias como los triglicéridos.
- Osteoporosis: Investigadores canadienses determinaron que la fuerza y la agilidad en actividades de entrenamiento (como el baile y ejercicios de equilibrio) reducen el riesgo de caídas de las mujeres de entre 75 y 80 años que padezcan osteoporosis. Los descubrimientos publicados en la Revista de Geriatria de la Sociedad Americana, contradicen el supuesto general de que la gente con osteoporosis debería evitar hacer ejercicio por su seguridad.