“Hace un tiempo empecé a notar que mi hijo no era el mismo. Lo veía temeroso y decaído. Lo que más me llamó la atención es que había perdido la sonrisa y buscaba excusas para no ir al colegio”. Con este relato Gustavo, un gerente de banco de 45 años, describe los primeros signos de alarma de una situación que se repite con una frecuencia inusitada: bullying o acoso escolar.
Este término anglosajón define una variedad de violencia escolar que afecta a una gran cantidad de chicos y adolescentes. Según los especialistas, sólo se puede hablar de bullying cuando la víctima es agredida en forma repetida y durante un tiempo prolongado por otro alumno, quien muchas veces lidera un grupo que se limita a observar pasivamente. Cuando un padre se encuentra con una situación de este tipo, por lo general no sabe cómo reaccionar y, si cree saberlo, ensaya soluciones inmediatas de dudosa utilidad.
Gustavo empezó a visitar páginas web y foros para entender con mayor profundidad la problemática. Descubrió con espanto que en nuestro país el 15% de los chicos y adolescentes padecen, de manera continuada, la incidencia del flagelo.
Y a nivel local el problema se agudiza. Según la estimaciones del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia), en la ciudad de Buenos Aires más del 30% de las personas entrevistadas señala haber vivido situaciones de discriminación de este tipo.
Mi hijo tiene 6 años y cursa el segundo en una escuela en la zona de Villa Ballester.
No tolera las burlas agresivas que le hacen otros compañeritos por que él no las hace y considera que eso esta mal.
Cada día hacemos lo posible para sobrellevar el tema junto con su terapeuta pero nuestro trabajo se frustra cuando en la comunidad escolar no encuentra la contencion que necesita.
El cuerpo docente no esta capacitado para lleva adelante dicha problemática y no encuentran el medio para llega al fin y controlar lo que esta sucediendo a nivel genaral en la institucion.
Como padres integarntes de una comunidad queremos llevar a la escuela nuestro apoyo apesar de todo y necesitamos saber si exiten entidades que ayuden a los docentes y los capaciten en forma gratuita en estos temas.
Un saludo cordial Alejandra
eso con dos ostias a los niños porculeros por parte de padres o profesores se arregla todo.
y si, lo digo en serio.
una bofetada en la vida no va a desgraciar al niño ni le va a enseñar violencia, y menos por parte de profesores o padres.
qué cojones pasa que hay profesores que pegan injustamente a niños o hasta hay abusos sexuales y ahora no podemos tomar la medida de la bofetada al niño problemático proque “eso es violencia”?
hoy fueron a mi colegio psicologos y nos hablaron de violencia a mi em pareciol importante porr que hoy es comun y todos los dias hay peleas en mi colegio eso nada mas chau
Totalmente de acuerdo, yamila.
Lo más importante: el origen de la violencia.
Un saludo.
bueno el bullyng se genera mas que nada por traumas de infancia o abusos que el niño no entiende como malo sino como bueno, la mejor manera de conllevar esto es solo, si su hijo sufre de bullyng enseñarle a defenderse NO con violencia ya que seria un ciclo. sino con bromas inofensivas con las que el niño pueda ganar sierta cantidad de gerarquia en el curso para su benefisio. ademas el tipo de niño “bullyng” son siempre los que no se hacen respetar por sus compañeros. yo soy un joven de 16 años que solo se hace respetar frente a molestos tipos que “atacan” a ciertos personajes, yo tengo mas edad y me defiendo ^^. despues de eso nunca mas pudieron molestarme por que me tenian un poco de respeto.
pOoEs AkI NO eNkONtRaMoS ResPuEsta a nUeStRas pReGuNTaS nAdA Ke vEr tOdO EstA ExtRaÑO
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Hola. Mi hijo tiene 12 años y me viene diciendo que un niño le apreta la tetilla hasta decir basta. Le han puesto un parte al agresor y hemos puesto el asunto en conocimiento del tutor, pero sin lugar a dudas lo mas importante es que el agresor perciba que también puede ser agredido por lo que le he indicado a mi hijo que la próxima vez no quede impasible sino que reaccione defendiéndose de la mejor manera posible. Algunos consejos le he dado sobre las partes del cuerpo que suelen doler mas. Y es que, estoy de acuerdo con que las cosas se solucionan hablando, pero hasta un punto. A partir de ahí hay que propinar la misma medicina a quien la reparte. Y sin ningún tipo de complejos pues si mi hijo es vulnerable, los demás también. Cuando el agresor entienda que el agredido responde, quizás se lo piense la próxima vez.