¿Por qué aplazamos para otro día tareas aburridas que sí tendríamos tiempo de hacer hoy? “Por pereza” es la respuesta fácil. Pero un equipo de psicólogos ha profundizado más en las causas exactas, y ha descubierto que descomponer en nuestra mente esas tareas en acciones lo más específicas posible, nos ayuda a que nos parezcan menos engorrosas y decidamos no dejarlas para otro día.
Un equipo internacional de psicólogos, dirigido por Sean McCrea de la Universidad de Constanza en Alemania, se propuso averiguar si existe un vínculo entre cómo pensamos en una tarea y nuestra tendencia a posponerla. En otras palabras, ¿somos más propensos a ver ciertas tareas como algo psicológicamente “distante” y de ese modo sentirnos empujados a dejarlas para más tarde en lugar de abordarlas al momento?
Los psicólogos entregaron cuestionarios a un grupo de estudiantes y les pidieron que los respondieran por correo electrónico en un período de 3 semanas.
Todas las preguntas tenían que ver con tareas materiales como abrir una cuenta bancaria y mantener un diario, pero algunos estudiantes recibieron instrucciones diferentes para responder a las preguntas.
Algunos tenían que pensar y escribir sobre lo que cada actividad implicaba en relación con rasgos personales, por ejemplo, qué tipo de persona tiene una cuenta bancaria. Otros debían escribir sobre los detalles prácticos de hacer cada actividad, como por ejemplo, en el caso de abrir la cuenta bancaria, hablar con un empleado del banco, llenar los impresos, hacer un depósito inicial, etc.
La idea era hacer que algunos estudiantes pensaran de forma abstracta, y otros de manera concreta. Luego, los psicólogos esperaron. Y en algunos casos, la espera se prolongó de manera notable. Registraron los tiempos de respuesta para ver si había diferencia entre los dos grupos, y la había, muy grande además.
Los hallazgos resultaron muy elocuentes. Aunque a todos los estudiantes se les pagaría una vez cumplimentados los cuestionarios, en aquellos quienes debían responder a preguntas abstractas predominó la tendencia a dejar las cosas para después. De hecho, algunos nunca llegaron a cumplir con el trabajo. En cambio, aquellos que se concentraron en el cómo, el cuándo y el dónde ejecutar la tarea, enviaron por correo sus respuestas mucho más rápido.
Los autores del estudio destacan, de entre sus conclusiones, que el mero hecho de pensar en la tarea en términos más específicos y concretos, nos hace sentir como que ésta será terminada más rápido y, por tanto, es menor la sensación de pereza que empuje a postergarla.