Vivimos con la necesidad de ser felices y dejar constancia de ello. Con el ansia por llegar a un punto que siempre nos marcamos como ideal y situado en el futuro. En este detalle radica la clave de la infelicidad constante a la que nos condenamos en ocasiones a enfrentarnos. Entendemos la felicidad como un objetivo a conseguir por nuestra versión futura, fruto de todo el esfuerzo, sacrificio y malos tragos actuales. Si ese planteamiento te rodea permíteme decirte que te has creado la trampa perfecta para no permitirte el derecho de ser feliz hoy mismo.
Un planteamiento ambientado en el futuro se sustenta sobre el rechazo a una realidad actual que nos desagrada. La estrategia habitual es pensar en que el tiempo cambiará el panorama, lo volverá más acorde a nuestros deseos y, por tanto, es fácil dejarnos llevar por la tendencia de brazos caidos en el presente y esperar a que en el futuro todo sea mejor para nosotros.
Cada segundo que pasa esa teoría se vuelve más fuerte en nuestro credo particular ya que cada segundo que pasa seguimos en un presente desagradable que nos hace desear más y más la llegada de ese futuro que paradójicamente no vamos a conseguir recrear si no adoptamos esa postura de esperar que cambien las circunstancias. Permíteme decirte que el verdadero cambio comienza por uno mismo, por la percepción de la realidad presente. A veces la clave para que algo te parezca distinto y mejor es simplemente tu percepción.
Te propongo un ejercicio. Toma consciencia de tu cubo de basura (puedes encontrar información sobre qué es el cubo de basura en este artículo y en este video). Jerarquiza lo que va en el cubo, aquello que más te preocupa y aquello que menos. Te voy a pedir algo muy sencillo: aquellas cosas que te preocupan menos comienza a verlas como si no fueran tan amenazantes. Te darás cuenta de que el valor que tiene algo en la mayoría de ocasiones va de la mano del valor que le damos. Por tanto, no le des valor negativo a esas cosas menos preocupantes que te rodean. Trata de verlas con ojos positivos.
Este ejercicio que parece inofensivo verás que cambia tu realidad. Verás que te abrirá los ojos y te hará sentir como quien ha estado viendo visiones durante un largo período de tiempo. Verás que eso que te preocupaba un poco no merecía esa preocupación. Te invitarás a ti mismo a probar este ejercicio con esas otras cosas más nocivas que hay en tu cubo de basura, seguramente en el fondo del cubo. Verás que las cosas que te hacen daño figuran ahí y están ahí por algo, justo en el fondo. Verás que aquellas situaciones que son negativas para ti permanecen aisladas de ti, con lo cual no tienes que tener miedo.
Por último verás lo más importante. Todo aquello que no está incluido en el cubo no se merece que le des el poder de hacer que te preocupes por ello. Verás que eres tú quien le da ese valor, ese poder para hacer crecer en ti preocupación. Verás que, si quieres, eres tú quien puedes quitarle esos privilegios y retomar el control de tu felicidad. No merece la pena que hipoteques tu felicidad a través de emplear tu energía en preocupaciones que no son más importantes que tu visión positiva del mundo. A la larga, los positivos son quienes consiguen lo que quieren, quienes llegan a ese futuro ideal o al menos se acercan. Date el derecho a desarrollar la clave para ser feliz.