“La participación de la CPFVM en el proceso de creencia sugiere una relación anatómica entre los aspectos puramente cognitivos de la creencia y la emoción humana y la recompensa”, escribieron los autores del estudio.
La incredulidad aumentaba la actividad en la ínsula anterior, una región del cerebro que tiene que ver con el gusto, el dolor y la repugnancia.
“Nuestros resultados parecen darle sentido al tono emocional de la incredulidad, lo que lo pone en un continuo con otros modos de evaluación y rechazo de estímulos”, escribieron los autores del estudio.
La incertidumbre provocaba un aumento en la actividad de la corteza cingulada anterior y una menor actividad en el caudado, una región en los ganglios basales que tiene que ver con la actividad motora. La creencia y la incredulidad aumentaban la actividad en el caudado.
Los hallazgos sugieren que algún día podría ser posible usar escáneres del cerebro para detectar de manera confiable la creencia, la incredulidad y la incertidumbre en las personas.
“Esto tendría implicaciones obvias en la detección del engaño, el control del efecto placebo durante el proceso de diseño de fármacos, y para el estudio de cualquier fenómeno cognitivo superior en que las diferencias entre la creencia, la incredulidad y la incertidumbre pudieran ser variables relevantes”, concluyeron los investigadores.