¿Qué sucede si acude a un programa de entrevistas una política curtida en mil batallas y se sienta con una entrevistadora famosa por ir al grano con quien tenga delante independientemente de su color político?
Si a eso le añadimos que ambas han coincidido con anterioridad y sus encuentros emanan tensión las posibilidades de que la entrevista se convierta en un tira y afloja aumentan.
Si además una de las personas vive de esquivar preguntas y la otra se gana la vida formulándolas parece que habrá tormenta. Con procederes tan dispares, ¿quién logrará cumplir con su cometido?
En este caso ganó la política. Las reglas jugaban a su favor. Cada minuto que pasaba de entrevista más frustración acumulaba una periodista que veía cómo su objetivo se alejaba en favor de una política que conseguía zigzaguear las preguntas sin responder a lo que la pedían.
A nivel no verbal la entrevista es una mina, con lo que me planteo intentar hacer un videoanálisis más adelante. Por ahora sólo presento la imagen que deja más a las claras lo frustrante que tuvo que ser para Ana Pastor el encuentro con Aguirre.