Este trabajo podría tener implicaciones para quienes se preocupan por el efecto que sus caras pueden tener, desde los vendedores hasta las personas acusadas de algún delito y que afrontan un juicio, según señalan los investigadores. Parafraseando a Daimiel en las retransmisiones de la NBA en Digital+, este estudio afecta a todas las personas excepto a una que no cambia jamás su expresión.
SUSCRÍBETE A LA REVISTA DE PSICOLOGÍA, CONSULTA Y AYUDA ON-LINE AQUÍ
Acertada o desacertadamente, las personas hacemos juicios instantáneos de valor sobre personas que acabamos de conocer, basándonos para tales juicios en sus caras. Así, éstas suelen guiarnos hacia las muy diferentes sensaciones que podemos sentir hacia esas personas de las que poco o nada sabemos con certeza. Alexander Todorov y Nikolaas Oosterhof decidieron buscar una forma de cuantificar y definir con exactitud lo que hay en la cara de cada sujeto que nos lleva a sentir que podemos confiar en él o bien que debemos mantenernos alerta.
“Los humanos parecemos estar “cableados” para mirar las caras y deducir las intenciones de los demás”, subraya Todorov. “Siempre nos estamos preguntando si la persona cuyo rostro miramos tiene buenas o malas intenciones”.
Entrada patrocinada por: Tienda de Psicología
Para realizar el estudio, los científicos mostraron a los sujetos participantes caras de personas desconocidas y les pidieron que describieran los rasgos de personalidad que pudiesen deducir de las características de cada rostro. Los científicos redujeron la lista de los rasgos a alrededor de una docena de las características más comúnmente citadas, incluyendo la agresividad, y varios estados emocionales. Mostraron las caras a otro grupo y les pidieron que puntuasen cada cara por el grado en que poseía cada uno de los rasgos de esa lista.
Basándose en estos datos, los científicos constataron que los humanos hacemos juicios a partir de los rostros en fracciones de segundo, referentes a dos cuestiones fundamentales: si ese sujeto es abordable o bien conviene evitarlo, y si es débil o fuerte.
A partir de aquí, usando un programa de software comercial que genera caras humanas a partir de la combinación de rasgos faciales basándose en escaneos por láser de sujetos reales, los científicos solicitaron a los voluntarios de otro grupo que miraran 300 caras y les otorgasen una puntuación para cada una de tres características: fiabilidad, actitud dominante y grado de amenaza.
Las valoraciones hechas por los participantes revelaron los rasgos faciales que tendemos a asociar a la fiabilidad y los que solemos vincular a la actitud dominante. Una cara de alguien que creemos digno de confianza, en su forma facial más extrema, tiene una boca en forma de U y unos ojos que forman una mirada casi sorprendida. Una cara de alguien que suponemos poco fiable, en su forma facial más extrema, es una cara enfadada, con los bordes de la boca hacia abajo y las cejas que apuntan al centro. La cara menos dominante posible es una que se parece a la de un bebé, con una distancia más grande entre los ojos y las cejas que otras caras. Un rostro de alguien que parezca amenazante puede obtenerse combinando a partes más o menos iguales los rasgos asociados a una cara de alguien poco fiable y los vinculados a una cara de alguien en actitud dominante.
A través de experimentos adicionales, los investigadores verificaron además qué rasgos faciales son críticos para realizar juicios sociales diferentes.
Vía | SoloCiencia