En el día a día nos solemos cruzar con muchos consejeros que nos descifran desinteresadamente las verdades de la vida. Este tipo de personas suelen darnos consejos rápidamente, sin pensar en exceso (reflejo de su ilimitada sabiduría). Por desgracia, es abrir la boca y que la parafernalia deje paso a un vacío existencial importante. Algunas de las perlas que emanan a través de sus cuerdas vocales:
“Tú lo que necesitas es…”
“Así no puedes seguir toda tu vida”
“¡Sé feliz de una vez!”
Mi reflexión es la siguiente:
“Si no hay un manual de instrucciones común a todas las personas, ¿por qué hay quien da consejos en serie como si fuéramos todos iguales?”
“¿Por qué hay quien no aprueba conductas ajenas hasta que éstas son idénticas a sus propias conductas”
“¿Por qué hay quien en lugar de dar consejos basados en su experiencia regala recomendaciones de cosas que ni ha intentado”
“¿Por qué hay quien piensa que se puede aconsejar sin haber recibido consejo previamente”
Desconfía de quien te aconseja cosas que ni por asomo ha aplicado en sí mismo. Esa persona no te aconseja, experimenta contigo.