Roles tóxicos: la amistad dicotómica

Si la vida se compone de momentos buenos y malos, ¿podemos llamar amigos a quienes te buscan o a quienes buscas sólo en los momentos malos? Desde luego una de las características definitorias de la amistad es que proporciona apoyo en momentos difíciles, no obstante, no es una característica excluyente de compartir situaciones positivas. Por tanto, ¿alguien que te busca o que te apoya sólo en momentos difíciles es un amigo/a?

En mi opinión, es tan perjudicial rodearte de estas personas como de las que se sitúan en el otro extremo y están presentes únicamente en los buenos momentos. Estar solamente en una clase de momentos es muy fácil. Estar en la situación de felicidad se presta al disfrute. Estar en los malos momentos junto a alguien también es sencillo si con esa persona sólo estás en malos momentos. Es, dicho en otros términos, el trabajo de un especialista que sólo actúa en determinado tipo de situaciones.

Me gusta ver la amistad como un teatro donde se representa todo tipo de espectáculos: comedias, dramas, dramedias, musicales, etc. ¿Cómo se puede resumir, por tanto, una amistad como algo que sólo está basado en el apoyo durante la tempestad? No se sostiene, no porque sea un apoyo inútil, sino porque la vida no son sólo malos momentos. Por tanto, cuando lleguen buenos momentos y esa persona no esté a tu lado para celebrarlos, ¿eso es una amistad? No lo creo.

Seguramente sea confortable acudir a una obviedad: quien elige ser amigo sólo en determinadas circunstancias no es un verdadero amigo. No hace falta decirlo así, pero en cierto modo es muy cierto. Prefiero acogerme a la definición de que todos tenemos momentos buenos y malos y quien se pierde el camino en alguno de ellos se pierde la belleza del paisaje durante el recorrido. La pérdida es para quien decide no contemplar el camino.

Un indicio para detectar una amistad extrema es que no te satisface. Seguramente quieras ver más o menos a esa persona y no estés a gusto con el tipo de relación que tenéis actualmente. Esa dicotomía en tu mente entre “sé que esa persona es mi amiga porque está ahí en los momentos duros” y “no entiendo por qué no está ahí en mis momentos buenos” es indicio suficiente para aceptar que esa amistad es un apaño en manos a quien no se entrega a más, en este caso a los momentos buenos compartidos.

Quizás sea buen momento para volver a preguntarnos: ¿estamos hablando de una verdadera amistad? No sé una respuesta correcta pero sí estoy seguro de que no estamos hablando de una amistad completa debido a su parcialidad a la hora de vivirla. Por tanto, tal vez sea real pero tenga tan poca presencia en tu vida que no logre que la sientas como algo real, aunque lo sea.

La buena noticia es que no puedes echar de menos lo que no has tenido. Jamás echarás de menos esa verdadera amistad porque jamás la has sentido así. Es tan cansado tirar de algo de dos personas una sola que la ausencia alivia. Tristemente, nos quitamos una carga. El proceso de selección natural vuelve a hacer acto de presencia.

 

        

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