Seducir es conectar, gustar, encantar… y cualquier término asociado se va a ver potenciado si va de la mano de una experiencia en la que abunda la comididad. Si te sientes cómodo en un sitio permaneces mucho más tiempo en él. Del mismo modo actuamos en situaciones sociales. Si estás a gusto con una persona el tiempo se te pasa rápidamente con ella y deseas alargarlo. Por tanto, la seducción cuenta como ingrediente fundamental la comodidad. No confundir con confortabilidad. Son términos diferentes.
Hay personas que se sienten cómodas en una situación de desafío, sin embargo se aburren y se desmotivan en una situación confortable. Dicho de otro modo, necesitan salir de su zona de confort para encontrar motivación, se crecen ante el reto, ante la posibilidad de hacer algo que requiere dificultad.
En la seducción, depende de cada persona si se va a sentir motivada ante cualquier situación. Un mismo contexto puede resultarte altamente motivante a ti y todo lo contrario a otra persona. Sin embargo, si te encuentras cómodo en el contexto (porque ahí encuentras la motivación que necesitas) te sentirás en el lugar ideal.
Es por eso que hay que trabajar la comodidad. Y este es un ejercicio que comienza desde el yo, porque si yo me siento incómodo será imposible que logre que otra persona se sienta a gusto. Además, siempre te vas a poder fijar en el Lenguaje No Verbal de quien tienes delante para saber si esa persona está cómoda contigo delante y así ir midiendo tu ejecución.
Trabaja tu comunicación sexual hasta que sea fiel a tu espíritu, a tu necesidad, hasta que divierta a ese niño o niña pequeño/a que todos llevamos dentro. Si esa parte de ti se encuentra atendida el adulto que ha crecido a partir de ella tendrá la seguridad para llegar hasta donde necesita.