“Cuando encontramos tímidos en la familia, puede que terminemos observando personas que terminan con TAS (Trastorno de Ansiedad Social). Cualitativamente ‘timidez’ o ‘fobia social’ son similares. Hablamos del ‘miedo al otro’ o de ‘una alergia a la gente'”, pero cuantitativamente la ansiedad social es mucho más extrema”, agrega el profesional.
Gustavo Bustamante explica que existen “diferentes grados” dentro de este trastorno. En un nivel muy elevado, interfiere notablemente en la vida cotidiana, desde la posibilidad de rendir exámenes, de discutir con los jefes, de pedir algo, de relacionarse con los otros, de trabajar con personas de autoridad, por ejemplo. “El costo de cada una de estas acciones conlleva un padecimiento que muchas veces favorece mecanismos de evitación, escape o huída”, detalla.
Asimismo, estas personas se consideran permanentemente observadas y evaluadas por terceros, llegan a sentir que tienen un auditorio permanente que le está prestando atención en el colectivo, en la calle, en los grupos de amigos y hasta en sus propias casas. Si embargo, se dan cuenta de que esto es irracional, que no es lógico y que están sobreamplificando las criticas de los demás.
Diagnóstico y tratamiento
La fobia social es un trastorno hoy bien definido, crónico, que arruina o disminuye fuertemente la calidad de vida del individuo. Para diagnosticar fobia social, el paciente debe sentir ansiedad irracional cuando se expone a reuniones públicas y tratar de evitar por todos los medios el contacto social.
Cuando se ve forzado a éste -por ejemplo en bancos, en la universidad, fiestas, restaurantes, cines, o reuniones- comienza a sentir síntomas que a veces desembocan en crisis de pánico. Aparece sudoración, palpitaciones, deseos urgentes de orinar, falta de aire, mareos, sensación de desmayo y fuerte temblor, o el que lo padece se pone “terriblemente colorado”.
A veces, este temor particular se presenta ante circunstancias nuevas o se circunscribe a determinadas situaciones como dar un examen o hablar en público. En otros casos, la fobia es generalizada y el paciente evita toda situación de contacto social.
Puede sentir temor a decir tonterías, a sufrir disminución intelectual delante de otros, a quedar mal si habla, a tartamudear. Esto hace que el paciente evite todo contacto social, declinando paulatinamente su calidad de vida y teniendo una severa perturbación social y laboral.
Este tipo de trastornos comienza generalmente en la infancia o en la adolescencia y puede prolongarse indefinidamente toda la vida. Lamentablemente, el trastorno permanece sin diagnóstico ya que es raro que el paciente consulte por el problema a un especialista y muchas veces, un médico general no lo reconoce como tal.
“El paciente se define como tímido, evita o no cumple con los horarios y compromisos sociales. A veces, hasta rechaza una mejora salarial importante o una promoción en su trabajo a causa de que esto implica mayor contacto social. Y esto es mucho más que una simple timidez”, diferencia Gustavo Bustamante.
Este trastorno ansioso, afecta algo más a los varones que a las mujeres y se complica. “Lo curioso del mismo es que -al igual que el pánico- si se lo deja librado a su normal evolución o no se realiza el tratamiento adecuado, se cronifica y se va hacia la depresión o el abuso de sustancias“, advierte el profesional.
Con respecto al tratamiento, nos cuenta que se realiza con con terapia cognitiva de tipo grupal. Este tratamiento produce -en la mayoría de los casos- mejorías en pocas semanas. “Como siempre, el diagnóstico precoz evita las complicaciones y permite disfrutar de una mayor calidad de vida cuanto antes“, subraya el especialista Gustavo Bustamante.
Intersante información que puede ser ampliada en otras páginas y blogs.