Dependiendo del grupo en el que nos movamos (amigos, familia, hermanos, pareja, familia política, vecindario, etc.) cada persona desempeña un rol que no tiene por qué ser el mismo en todos los grupos.
De este modo, en tu grupo de amigos puedes ser quien tiene fama de bromista y, sin embargo, en tu vecindario tener fama de todo lo contrario. Este ejemplo suele ser muy habitual.
Os podéis imaginar que esto acarrea un inconveniente. ¿Qué sucede si nos cruzamos con nuestros amigos cuando vamos a cenar con nuestra familia política, por ejemplo? ¿Qué sucede si estando con tus amigos coincides con tu ex-pareja en un local? ¿Qué sucede si con tus amistades acostumbras a hablar de sexo y éste tema surge en una conversación con tu familia, con quienes estos temas los tratas como tabúes?
Habrá quien pueda pensar qué complicado es interpretar múltiples personajes según las personas que nos rodeen, que tal vez esto sea una muestra de falta de personalidad, que sea una conducta para agradar a los demás. Nada más lejos de la realidad. Prefiero considerar estas conductas adaptativas.
Si alguien es muy aficionado a hablar de deportes y sus amistades también, estando con ellos saciará esta necesidad. Si su familia política no tienen esta afición, cuando esté con estos no podrá saciar esta necesidad, sin embargo, se adaptará a la situación obviando este tema y aplicando otros temas de conversación o, en el peor de los casos, saciar cualquiera de sus necesidades con otros grupos más afines. Si insistiera en hablar de deportes con su suegro, seguramente esa interacción acabara mal y nadie quiere llevarse mal con su familia política.
El ser humano es tremendamente flexible dependiendo del contexto en el que se mueva. Contémplalo en ti mismo. ¿En qué situaciones eres de una manera y en cuáles eres de otra forma totalmente contraria, sintiéndote bien en ambas?