Que levante la mano quien no haya sufrido en alguna ocasión un dolor de espalda. Los médicos aseguran, y la estadística les ampara, que la lumbalgia representa el principal motivo de consulta y la dolencia que más gasto provoca a las arcas de la Sanidad pública. La práctica totalidad de las personas se siente en algún momento de su vida literalmente deslomada, incapaz de continuar adelante con la pesada carga que castiga su espinazo. En unas pocas ocasiones, en torno al 5%, ese dolor se convertirá en una enfermedad crónica de consecuencias impredecibles para la calidad de vida de los pacientes. Pero muchas otras veces, por extraño que pueda parecer, el problema puede superarse con terapia psicológica.
¿Cómo es posible? ¿La enfermedad que más bajas laborales provoca es sólo un cuento chino? «Ni mucho menos», explica la especialista María Luisa Franco, directora de la clínica del dolor Praxis Bilbao. «En nuestro país, ha habido cierto rechazo al tratamiento de la lumbalgia a través de técnicas psicológicas. Se ha tendido a pensar que el psicólogo era el especialista que trataba a los pacientes a los que el médico no creía lo que contaban. ¡Claro que les creemos! El componente emocional es una importante fuente de generación de dolor físico», recalca la experta, que hablará hoy sobre la lumbalgia en el foro Encuentros con la Salud de EL CORREO.
La evidencia científica corrobora sus palabras. La última prueba del valor de la psicoterapia sobre la lumbalgia se conoció hace apenas dos años. Un estudio británico, que mereció su publicación en la revista médica más reconocida internacionalmente, ‘The Lancet’, concluyó que el mejor método no para aliviar, sino para curar el dolor de la zona baja de la espalda es la terapia de la conducta, «más barata y efectiva que los medicamentos y el ejercicio», concluyó el trabajo.
¿Cómo es posible que una simple charla -eso sí, con un profesional de la psicología- permita superar el dolor físico? «No es nada novedoso, pero culturalmente, en nuestro país, la psicoterapia contra el dolor ha tenido un rechazo social», afirma la especialista vasca, que aporta un ejemplo para explicar lo que dice. El dolor se localiza en un punto del cuerpo, la zona lumbar. Ese territorio está conectado con el cerebro por un nervio, que es el que transmite los impulsos del dolor.
En función de la carga emocional del paciente, el cerebro puede enviar a ese punto de la espalda impulsos nerviosos que refuerzan la sensación dolorosa o que, por el contrario, la mitigan. «Hay que atender la parte psicológica del dolor en las primeras sesiones porque los resultados pueden ser muy buenos a corto plazo y porque, no hacerlo, supone una mala praxis», es decir una atención profesional inadecuada. «Puede ocurrir que les hagas a los pacientes gastar un dinero inútil, que corran el riesgo potencial de someterse a determinadas pruebas innecesarias y que, al final, no les valga para nada», argumenta.
Dieta sana y ejercicio moderado constituyen la primera línea de tratamiento del dolor lumbar. En un segundo frente se situarían la fisioterapia y la psicología. Los casos más «rebeldes» requieren, sin embargo, el uso de modernas técnicas, como radiofrecuencias, toxina butolínica (el famoso ‘bótox’) e incluso cirugía. Algunas estadísticas indican que sólo un 5% de los casos de dolor lumbar acaba cronificándose, «pero ese 5% representa el 85% del gasto sanitario», indica la especialista.
Vía | El Correo