3 factores que influyen en la búsqueda de pareja a partir de los 30 años

Si miras a tu alrededor verás que gran parte de las personas que están emparejadas lo han estado siempre o muy frecuentemente durante toda su vida. Esta afirmación no excluye a aquellas felices parejas que tras mucho tiempo a solas se conocieron y decidieron unir sus caminos.

Sin embargo, la tendencia es a continuar por el mismo camino y por esa razón, si has tenido pareja siempre te incomodará estar solo/a y observarás tu gran predisposición a que alguien ocupe tu lugar.

Por contra, si estás adaptado/a a estar solo/a, no figurará entre tus prioridades emparejarte, siendo algo que consideres solamente si la persona que tienes delante realmente te impacta.

Un tercer grupo de personas que he conocido es el acostumbrado a convivir con una pareja que le maltrata a nivel emocional. Ese tipo de relaciones son las más tóxicas y, paradójicamente, adictivas. Se convierten en un pulso entre ambos en el que uno de los dos lleva las riendas y el otro se esfuerza por constantemente ser más recompensado por la otra parte. La adicción reside en ese afán de superación y “convencer” a la otra parte de lo valioso/a que eres y, por tanto, te trate como mereces. Lo que no percibe la mayor parte de personas envueltas en el extremo débil de esta relación es que la relación en sí transcurre sin llegar jamás a ese punto de validación y reconocimiento que ansían.

Pertenezcas o no a alguno de estos tres grupos descritos, las personas a partir de 30 años tenemos una serie de fortalezas y resistencias que nos favorecen y sabotean en cada relación.

1. Que no se parezca a tu ex

lo-bueno-de-una-mala-cita 1 Todas las personas hemos estado con personas con las que no deseamos jamas volver a compartir nuestro plano emocional. Cualquier parecido de alguien con una de estas personas inmediatamente la demoniza y a través del efecto halo invertido le atribuye todas las características negativas de la otra persona.

Proceso injusto pero no por ello deja de producirse día a día. Cuanta más experiencia tiene una persona también tiene acumuladas más tipologías de personas indeseables. En consecuencia, también hay más posibilidades de que cualquier persona con la que se tope le evoque en mayor o menor medida características de otra que le desagrada. Si a esa persona se le conoce poco, ver muchas similitudes con una persona negativa de nuestra vida suele ser definitorio para descartarla.

2. No vale con un cuerpo bonito

Durante la veintena muchas parejas se hacen por pura atracción física que después se complementa con atracción intelectual y/o sexual. A partir de los 30 años la atracción física y sexual pierden siguen siendo igual de importantes pero no van a servir para que una persona mantenga una relación de pareja con otra si no existe atracción mental. Sin atracción mental puede haber perfectamente una relación sexual esporádica más o menos frecuente que no pase a mayores. Con atracción mental más las física y la sexual están todos los ingredientes necesarios para que una persona desee entrar en el mundo de otra.

La importancia de la atracción mental viene derivada del factor comentado anteriormente. Cuando hemos roto una pareja en el 99% de las ocasiones es por fruto de un desentendimiento imposible de encauzar que ha provocado la ruptura de la atracción mental al no entender o sentirte atraido/a por quien era tu pareja o sentirte más interesado en cómo te hace sentir (esto también va incluido en la atracción mental) otra persona. Por tanto, esta desconexión es otro de los rasgos que tenemos asociados al fracaso a través de nuestra experiencia vital.

Cada persona tiene asociados unos ingredientes a su particular fórmula de la atracción mental. Por norma general, la mayoría coincide en que se sienten atraidos por quien les hace reír, les comprende y les trata con cariño. Como en todo, estos ingredientes en la persona que nos atrae física y sexualmente son la guinda de un pastel delicioso. En quien no nos interesa para tener una relación de pareja tan sólo son rasgos que le hacen una persona agradable pero con la que no querríamos más que tomar un café de vez en cuando.

3. Citas online

mala cita

Vivimos en la época de las nuevas tecnologías. Cada vez son más las parejas que se conocen de modo online. Esta vía tiene el gran inconveniente de que, en comparación con la vida real, das mucha información personal en poco tiempo. A través de unos cuantos chats o videollamadas compartes pensamientos que con personas que conoces físicamente tardarías más tiempo en descubrir. Por tanto, se produce una “desnudez emocional” que no tiene razón de ser porque al otro lado hay una persona que no deja de ser una desconocida.

Esto provoca que cuando se produce el primer encuentro físico con esa persona el mecanismo chirríe. Tienes delante a alguien que sabe mucho de ti pero de quien no conoces perfectamente su rostro, no sabes las caras que pone, no conoces su humor “en directo”, no conoces su aroma… Desconoces más que conoces y, sin embargo, le has regalado pensamientos.

Este vaciado de información se produce como reflejo de deseo de conectar con esa persona con la que te sientes atraído a nivel físico y sexual pero con la que deseas formar esa atracción mental. La apuesta suele ser tan grande que muchas veces está condenada al fracaso salvo que se respeten los tiempos y se conozca muy progresivamente a alguien vía online.

No tengas prisa. En cualquier lugar puede haber una persona con la que conectes… y también una con la que no. Date tiempo para ver si esa persona es lo suficientemente interesante como para depositar en ella parte de tus pensamientos más personales.

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